Salto evolutivo

El próximo gran salto evolutivo de la humanidad será el descubrimiento de que cooperar es mejor que competir». Cuando el profesor y filósofo Pietro Ubaldi compartió su vaticinio sobre los cambios que se venían ya el siglo pasado, había dejado atrás guerras mundiales, desplomes de bolsas y numerosas invenciones que habían transformado la vida de la gente. A pesar del ruido, ese gran salto evolutivo no era la televisión, ni la cara oculta de la luna, ni lo sería internet, aunque Ubaldi ya hubiera muerto para entonces.

Sigue siendo obvio que, como herramienta para la vida, la cooperación es mejor opción que la competencia, pero si razón no le faltaba al pensador italiano, inminencia sí. Seguimos a la espera.

Su cita me impactó, me dejó colgado de sus letras entre perplejo, deprimido y cabreado. Perplejo, porque no acertaba a saber si era un evangelio o un sarcasmo desde donde el filósofo barruntaba el salto; deprimido, porque la mayoría de las almas que poblamos este mundo hace tiempo que ya dimos ese salto sin que haya propiciado el cambio en el diseño o la conducción del mismo; y cabreado, porque los hay que, por ignorancia o por interés, no es que no salten, es que ni se mueven. Veinte siglos llevan de contrapeso sin mover ni el culo.

(Preso politikoak aske)

Puñetas de señorías

De puntillas pasaron muchos jueces hace casi medio siglo por la pasarela nacional de la transición, tan inadvertidos como sus ejecutorias, tan afortunados como sus allegados. De largo pasaron casi sin inmutarse mientras recomponían en dos avemarías y un ensalmo la fe comprometida en el pasado con Dios, con el Caudillo y con el cargo. Hijos de buenas familias, venían de lejos estos magistrados de abolengo. Ni siquiera hubo entonces que aplicarles la amnistía.

Actualmente, al amparo de la impunidad con que sus entogadas señorías se suceden en el tiempo y se sostienen en los cargos, llevan más de cinco años desacatando la ley y usurpando funciones que no les corresponden.

Como si a ellos les fuera dado el privilegio de afinar sentencias por encima de la Ley y de entrar en las audiencias por la puerta de atrás, se aferran a sus togas en la Cloaca General del Poder Judicial y piden que el gobierno no influya en la elección de jueces.

Puestos a pedir, yo también tengo algunas encomiendas como, por ejemplo, que sean detenidas y juzgadas todas las señorías prevaricadoras; que lo sean igualmente por apropiación de despachos y ministerios; por retribución indebida y permanente en la función y el tiempo; por las puñetas de las señorías…