Si uno no quiere…

Si yo te propongo vernos la semana que viene y tú me planteas que sea el lunes pero yo te respondo que el lunes no va a poder ser. Y entonces me sugieres que sea el martes pero ese día también lo tengo ocupado y me es imposible verte. Y cuando me propones el miércoles resulta que a mi tampoco me viene bien ese día y, además, el jueves no va a poder ser y, antes de que lo digas, el viernes voy a estar fuera. Y tú insistes en encontrarnos el fin de semana pero yo te cuento que esos días ya los tengo comprometidos con la familia. Y bien… ¿No sería mejor que sea yo quien ponga día a la cita? ¿No será que realmente yo no quiero encontrarme contigo?

Si Catalunya propone un presidente pero el gobierno español dice que no es posible porque está exiliado en Bélgica. Y Catalunya propone entonces a Jordi Sánchez, pero tampoco puede ser, insiste el Estado español, porque está en la cárcel. Y Junqueras no es viable porque también está preso. ¿Y Jordi Cuixart, Raül Romeva, Jordi Turull…? Tampoco porque están imputados. ¿Y Lluis Llach, Guardiola…? Tampoco porque son imputables. ¿No sería mejor que el gobierno español diga a quién quiere de presidente? ¿No será que realmente el Estado español no quiere encontrarse con Catalunya?

Olores en primera plana

¿Existe alguna ley que regule y sancione la intromisión en el olor ajeno? ¿Es aceptable el olor en defensa propia? ¿Qué porcentaje del olor que percibimos es nuestro y qué porciento ajeno? ¿Existe la incompatibilidad de olores? ¿Los olores pagan impuestos? ¿Podría darse el caso de que un olor fuera condenado a prisión permanente y revisable? ¿Cuántos olores hacen falta para formar una turba? ¿Cuántos más para constituirse en tribunal? ¿Es posible reciclar los olores? ¿Qué olor está de moda? ¿Tendrán los olores derecho a pensión? ¿Será cierto que existen degustadores de olores, al menú y a la carta, para vegetarianos y celíacos? ¿Será verdad que hay olores para todas las edades, gustos y sobacos? ¿Qué nos revela el Zodiaco de los olores? ¿Cómo huele un sagitario? ¿Cómo hiede un aries? ¿Por qué los olores no compiten en las Olimpiadas junto a los demás sentidos? ¿Por qué tiene el olfato que erigirse en juez y parte ante cualquier olor? ¿Por qué en lugar de leerlos no se huelen los discursos? ¿En olor de santidad se huele menos? ¿En olor de multitud se huele más? ¿A cuánto se cotiza el olor a Jabugo? ¿Tienen derecho a voto los olores? ¿Por qué siempre que huele apesta?

Nunca más volveré a leer el periódico en el water.

(Euskal presoak-euskal herrira)

Modernizar la Justicia

 

Mientras sigamos pensando que la Justicia precisa de estudiosos magistrados versados en jurisprudencia y que apliquen la ley con arreglo a la razón y a la equidad, la Justicia va a seguir siendo una mierda.

Las modernas tendencias en la administración de la Justicia exigen más, mucho más que estudiar una carrera, cursar una especialidad y contar con un padrino que nos avale el cargo. Demandan jueces capaces de calibrar las intuiciones y evacuar sentencias sensoriales; que puedan servirse, no de códigos al alcance de cualquiera, sino de impresiones, de presentimientos. Jueces que se nieguen a cursar órdenes de detención si presagian que el delincuente desea ser detenido. Jueces capaces de oír a los oráculos cuando estos auguren la ocurrencia de hechos violentos, así no haya más indicios paranormales que los que propinan sus fuerzas del orden; o que apelen a místicos trances para desentenderse de la seguridad de sus presos preventivos…

Y donde esté una buena corazonada que se quite una experticia porque mejor que una prueba pericial es una feliz premonición.

Solo falta que cambien sus honorables togas, birretes y puñetas, por atuendos acordes a sus fallos, como cucuruchos y capirotes. Y que en lugar de testigos y ciencias se ayuden de videntes, de chamanes, de médiums, de bolas de cristal, de cartas del Tarot, de magia en blanco y en negro… para “afinar” los casos.

(Euskal presoak-euskal herrira)

«¿Cuánto falta…?»

Cuando mi hija Irene tenía 11 años pasamos unos meses en Iruña. Todas las mañanas íbamos andando desde la casa de mi madre en La Milagrosa hasta la Sociedad Anaitasuna en el barrio de San Juan. Por el camino, cada cinco minutos, Irene me repetía la misma pregunta: “¿Cuánto falta…?” La respuesta también era la misma. Había que seguir andando, a veces seis, siete, ocho preguntas más.

Han pasado los años y, no solo ella, también yo, seguimos haciéndonos la misma pregunta cada vez que nos encontramos, por ejemplo, con las declaraciones de un impresentable como Cayetano Polo, portavoz de Ciudadanos en Extremadura, que no quiso dejar sin respuesta a la periodista y afirmó: “No soy ni machista ni feminista porque yo creo en la igualdad”, o con noticias como que la Concejalía de la Mujer e Igualdad en el ayuntamiento de Blanca (Murcia) en manos del Partido Popular, por aquello del 8 de Marzo, ha organizado una “Semana de la Mujer” cuyas principales actividades, una vez termine la fiesta flamenca y se elija y corone a la Reina de la Semana, consisten en 2 misas, una romería, un par de campeonatos de chinchón y parchís, y una charla sobre los “placeres secretos de la menopausia.”

¿Cuánto falta…? La respuesta sigue siendo la misma: andar.

(Euskal presoak-euskal herrira)