Epitafio para un cronopio

¿Flores…? ¿Flores para los muertos, fragancia de flor muerta para unos ojos muertos

que ya no pueden ver?

¿Rezos…? ¿Rezos para los muertos, plegaria de amor muerta para unos labios muertos

que ya no pueden ser?

¿Llantos…? ¿Llantos para los muertos, fulgor de vida muerta, para unos pasos muertos

que no podrán volver?

No, sencillamente no, me niego a ello. No voy a llevarte flores al cementerio, y demás está decir que sé que no te importa que no vaya; ni a rezar oraciones que ni siquiera recuerdo frente a la tumba en que reposan tus restos; ni voy tampoco a llorar tu ausencia porque Noviembre y el calendario me conminen a hacerlo.

Ni flores, ni rezos, ni llantos. No los quiero.

Por más Día de los Fieles Difuntos y de Todos los Santos que la iglesia oficie; por más Noche de todos los Muertos que la tradición consagre, a ti, hermano cronopio, no te caben más flores, no te alcanzan más rezos, no te duelen más llantos. Solo la memoria agradecida, la voz enamorada, solo el eterno beso de la vida, y en vez de flores, alas; en vez de rezos, aire; y en vez de llantos, risas.

(Preso politikoak aske)

Genocidio

Se atribuye al presidente estadounidense F.D. Roosevelt, durante una rueda de prensa por los años 30 del pasado siglo, haber reconocido que el dictador nicaragüense Anastasio Somoza era un “hijo de puta”, para inmediatamente matizar “pero es nuestro hijo de puta”.

Breve observación que, sin embargo, explica perfectamente los fundamentos éticos y morales de la política exterior de los Estados Unidos.

Netanyahu, primer ministro del régimen sionista, también es un hijo de puta pero es de “nuestro equipo” insiste Joe Biden, juega con nosotros, es nuestro hijo de puta. Y es verdad. De hecho, Netanyahu tiene tantos padres entre Estados Unidos y Europa que, además de “nuestro” pronombre posesivo también se ha ganado a pulso el adjetivo: nuestro hijo de la gran puta.

Qué extraña guerra esta que todos los días titulan los medios entre quienes tienen miles de aviones militares y quienes disponen de parapentes por toda fuerza aérea; entre quienes hacen prisioneros (más de 200 niños palestinos entre ellos) y quienes cometen secuestros; entre invasores que se defienden e invadidos que atacan; entre “demócratas” que desacatan todas las resoluciones de la ONU” y “terroristas” que esperan que se haga justicia. Qué extraña guerra este genocidio.

(Preso politikoak aske)

Yo también quiero un cuadro

Así, de improviso, la Kutxa me cobra 30 euros por el “mantenimiento” de mi tarjeta. Como sólo tenía 20 euros en la cuenta, se llevan los 20 y me dejan 10 en rojo. A través de la “banca on line” me doy cuenta del estropicio pero, no obstante, la Kutxa me manda un mensaje al móvil advirtiéndome de su cobro y me aclara que “este SMS supone un gasto repercutible de 3:00 euros +IVA”.

Voy al banco y les devuelvo la tarjeta. Me dicen que no hay problema y que ya no tendré que pagar por su mantenimiento. Lo que sí tendré que abonar son otros 3:63 euros por “repercusión gastos reclamación impagados”.

¿Y qué hacer en este mundo libre que nos obliga a depender de los malditos bancos? Ya una vez apelé a esos organismos que se ocupan de defender al consumidor y acabé tan consumido que, incluso, entrar en los bancos con los brazos en alto, como si te estuvieran atracando, me pareció una buena idea hasta que hallé otra mejor. Se llama Alex Schaefer y es un pintor estadounidense que en vez de pintar bodegones pinta bancos en llamas. Le llegan tantos pedidos de todo el país solicitándole cuadros de sucursales ardiendo que ya el bueno de Alex ha montado varias exposiciones. Por si te animas Alex, ¿qué tal uno de la Kutxa de Azkoitia?

(Preso politikoak aske)

«Son animales»

El ministro de Defensa del régimen sionista ha ordenado dejar sin luz ni alimentos a los más de dos millones de palestinos que “viven” en Gaza porque “son animales” y Europa aplaude porque ese régimen “tiene derecho a defenderse”. También tiene un siglo asesinando palestinos, robando sus recursos, sus tierras, sus viviendas, destruyendo sus pozos de agua, arruinando sus olivares, colonizando Palestina y convirtiendo a Gaza en una gigantesca y bloqueada cárcel y me pregunto: ¿Cuántas resoluciones de condena de la ONU puede ignorar Israel impunemente? ¿Cuántos años más debe esperar Palestina para recuperar sus territorios ocupados? Si el fin no justifica los medios, ¿por qué acabar con Hamas requiere destruir Gaza? Si el fin justifica los medios, ¿qué reprochar entonces a Hamas o Hezbolá?

Al cabo de tanta hipócrita complicidad entre ese dechado de civismo que representa Europa y su “socio preferente”, luego de tantas ecuánimes condenas y ponderadas repulsas, cuando ya la náusea no soporta un noticiero más, un eufemismo más, a Europa solo le cabe hacer lo que mejor hace: teatro. Podrá alegarse que la obra es una mierda, que el texto es indecente y el elenco impresentable, pero desde 1947, resolución tras resolución, es la farsa que más años lleva en cartelera.

(Preso politikoak aske)

Signos de vida

La fachada principal de San Jose Egoitza, residencia de mayores situada entre Azkoitia y Laja, a cargo el servicio y el negocio de la Diputación Foral y la empresa Biharko, podría optar a más de un premio en un concurso de graneros, porque algo así es lo que parece su asoleada fachada, un hangar de tres pisos, dos balconadas y ni una sola planta que alivie tanto cemento.

Los últimos signos de vida que tenía la fachada eran dos banderolas: una era la de la Real, la otra era la mía con el “etxera” de los presos. Las únicas muestras de que en el interior pudiera haber restos de vida tras los cerrados balcones lo suponían esos corazones de trapo que algunos colocábamos en lo que se suponía era nuestro espacio para que, como dijera el alcalde “nos sintiéramos como en nuestra casa” y como Biharko promete la “atención sea personalizada”. Antes hubo otras banderolas apoyando “mareaurdinas” y otros afectos… demasiada vida para un almacén. Ante mi negativa a retirar la banderola, la señora Larraitz, directora de Biharko vino a quitarla junto a la asistente social de la residencia. Decían cumplir órdenes de la Diputación de Gipuzkoa ya que la fachada es un “edificio público” (capilla incluida) y no quieren que la vida se asome a sus balcones.

(Preso politikoak aske)