Una buena y otra mala

Católica hasta la médula, amén de clasista, odiaba todo lo que se moviera a su alrededor. No soportaba a los perros, pero aún menos toleraba cualquier infancia cerca y, sobre todo, a los tantos ignorantes con quienes compartía silla y soledad en la residencia de mayores en la que, casi centenaria, solo esperaba ser llamada a la derecha del Padre.

Nada la irritaba tanto como advertir que los mismos incapaces de apreciar a Chopin, sin embargo, celebraran alborozados dos huevos fritos. Y aún más si venían con patatas. Aunque dejara en evidencia sus cristianos principios, no soportaba compartir su vida con quienes no entendían la importancia de colocar cuchillo y cuchara a la derecha del comensal y que, además, ignoraban las razones por las que el tenedor debía ir a la izquierda.

Tal vez porque sabía que me gustaba Chopin, yo era el único a quien confiaba sus congojas pero, ayer, cuando desenredó la lengua me pilló en horas bajas y no quise acompañarla.

-Te tengo dos noticias -le dije- y la mala es que en el cielo, cuando te llegue la hora, también compartirás mesa y pasillo con esos ordinarios colegas que desprecias.

-¿La buena? -quiso saber ella.

-La buena es que no hay cielo.

(Preso politikoak aske)

Había una vez una montaña

Había una vez, hace muchos cuentos, que hombres y mujeres subían a la montaña por el placer de hacerlo, porque la montaña era otra perspectiva, el mejor mirador desde el que ver pasar las nubes, ese punto de encuentro entre el silencio y la distancia que nos ayuda a respirar, también esa paz a cuyo amparo recompones todos los urbanos cabos sueltos o, simplemente, un hermoso espacio natural en el que protegerse del ruido.

Había una vez, hace muchos cuentos, que la montaña era la montaña… y así fue hasta que alguien no se limitó a subir y disfrutarla sino que la coronó. Armado de patrocinios, cámaras y banderolas, coronó la cima. Al día siguiente otra montaña fue coronada por quien, además de no contar con sherpas, prescindió del oxígeno. ¿Aún no lo han leído en los medios? La hazaña fue superada por quien sin sherpas ni oxígeno, batió el récord de ascenso al subir en invierno y en pelotas. ¿Todavía no lo han visto en las noticias? Casi al mismo tiempo, otro coronó la cima sin sherpas ni oxígeno y en pelotas pero cargando un piano para, ya sobre la cima, interpretar: “I like the mountains in the blue morning”. ¿No han oído la canción? Ya está en las redes y Netflix está haciendo un musical.

Había una vez una montaña…

(Preso politikoak aske)

La lluvia es la música del alma

En la escuela aprendí que el agua es una fórmula compuesta por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Años más tarde supe que, además de que los seres humanos somos agua en un planeta azul, el agua tiene otro elemento: la música. Eso es lo que somos: agua y música

También aprendí, aunque esto creo que fue en un bar y más recientemente, que entre tanta hermosa música de agua la de lluvia es la expresión que más disfruto.

Cierto que el agua es música en cualquiera de las voces que pulsen sus cuerdas y tensen sus arcos, allá donde fluya el río, más allá de sus metales, allá donde el mar se encrespe o se serene, pero nada comparable a la lluvia, a las coreadas tardes blancas y negras de húmedos acordes cantando en mi memoria, tragos de contrapunto, redondas empapadas, fusas y semifusas con paraguas. La lluvia se presenta y deja saber su nombre sobre los adoquines de las calles salpicando prisas y zapatos, o redobles de aguacero a bote pronto en el sufrido tejado de uralita. La lluvia escoge el testigo que deja y se transforma en partitura y en todas las almas que vibran, que bailan y soplan de pistón en pistón, entre el juicio que disponga el pentagrama y la emoción que mueva la batuta. La lluvia es la música del alma.

(Preso politikoak aske)

Bla bla bla bla…

Tolerancia cero bla bla bla bla… venga de donde venga y lo haga quien lo haga, que el que la hace la paga bla bla bla bla… y que caiga quien caiga, dicho lo cual que pase lo que tenga que pasar y le pese a quien le pese bla bla bla bla… y no descansar nunca hasta llegar al final, ir hasta las últimas consecuencias, aunque a nadie le conste y nadie lo sepa bla bla bla bla… que hay que mirar el futuro, todos juntos remando en la misma dirección y seguir adelante y que nadie quede atrás bla bla bla bla… para entonces impulsar más gobiernos de progreso que alcancen grandes consensos y que pongan en valor, sostenido y sustentable, que España es un estado de derecho bla bla bla bla… cuya regia constitución se asienta en la independencia de sus poderes legislativo, ejecutivo y judicial bla bla bla bla… a los que solo les importa el interés general, porque todos somos iguales ante la ley y Hacienda somos todos, empezando por el rey bla bla bla bla…

No hay vuelta atrás y que vaya por delante nuestra más enérgica repulsa que es, también, nuestra condena más rotunda bla bla bla bla… no voy a dimitir, no voy a dimitir, no voy a dimitir, bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla…

(Preso politikoak aske)