Fuera el clientelismo de los hospitales

No comparto del todo la iniciativa de la organización de consumidores Facua Euskadi de que no se cobre la televisión en las habitaciones de los hospitales públicos porque su gratuidad solo es un aspecto de un problema más complejo al que deben enfrentarse las personas ingresadas. En cualquier caso, menos me identifico con la estúpida respuesta del Departamento de Salud del Gobierno Vasco aduciendo que el servicio previo pago no contraviene “ningún principio de la legislación de ordenación sanitaria”.

Ignoro si el sentido común y el respeto son principios de la legislación de ordenación sanitaria pero el negocio de las televisiones en las habitaciones de los hospitales dista mucho de ser un “servicio adicional de confort de tipo hostelero para generar una estancia más agradable”.

Ya de entrada, hay una sola televisión por habitación, o lo que es lo mismo, una televisión por cada dos ingresados, cuya sintonía y volumen decide el paciente que primero contrata el servicio que también puede ser el único que lo contrata. El servicio “hostelero que nos genere una estancia agradable” no está personalizado con lo que si una persona ingresada necesita cierta paz y silencio en su entorno (caso que suele ser habitual en un hospital) va a tener que soportar el programa que haya puesto el vecino, tormento que, a veces, resulta insoportable. Por más que en los hospitales siempre que me preguntan por mis alergias les digo que a Tele-5, poco importan esas fobias mías si el compañero de habitación (solo es un ejemplo) no puede perderse a la Patiño o a la Esteban hablando mierda constantemente. Ni siquiera te queda el recurso de la huida porque estás en un hospital.

ISERN.SA tardó veinte años e innumerables quejas en sustituir sus aparatos de bolsillo colocados casi en el techo de las habitaciones para ingresados que, por razones de edad, suelen tener problemas de audición y de vista, por pantallas algo más grandes, pero siguen cobrando los mismos abusadores precios, siguen robando al consumidor el tiempo que no gastan en sus tarjetas porque han desaparecido en muchos centros las máquinas que devolvían el dinero y siguen desentendiéndose de las quejas de los ingresados que no quieren ver ni oír televisión, entre otras razones porque ISERN.SA y otras empresas semejantes se deben al negocio que les procuran sus contactos en el Gobierno Vasco y sus instituciones y les importa un carajo la “estancia agradable” de los pacientes.

Lo que indigna es que las mismas sinrazones también las haga suyas el Gobierno Vasco.

Yo recomiendo sabotear el negocio de las muchas maneras posibles: armando un lío y pidiendo su traslado a una habitación individual, dañando el funcionamiento de la TV, llevándose una radio y poniéndola al mismo volumen que la TV del vecino… A su criterio e imaginación queda. Eso sí, no se molesten en enviar sus quejas al Departamento de Salud porque ahí no hay nadie que oiga y menos que cumpla.

Preso politikoak aske)

 

 

 

La pasión por la verdad

Benjamín Bradle fue una de las figuras más sobresalientes del periodismo estadounidense. Director del Washington Post de 1968 a 1991, condujo a ese medio a doblar su tirada y también la credibilidad de sus lectores tras destapar el caso Watergate que acabaría sacando a Richard Nixon de la presidencia, así fuera por el más insignificante de sus muchos delitos.

En 1914, un año antes de su muerte, Bradle recibió de manos del presidente Obama la Medalla de la Libertad, el premio más prestigioso de ese país por su “pasión por la verdad y su incansable búsqueda de la verdad”.

La misma pasión por la verdad que le ha supuesto una condena de 35 años de cárcel a Chelsea Manning, ex analista de inteligencia de Estados Unidos, por no aceptar que la verdad tenga que ser secreta; la misma pasión por la verdad que tiene preso en Londres a Julian Assange por no creer que la verdad deba ser proscrita; la misma pasión por la verdad que mantiene en la clandestinidad al ex agente de la CIA Edward Snowdem por no creer que la verdad deba seguir oculta.

Manning, Snowdem y Assange creen que la verdad pertenece a la gente, que es propiedad pública, que ningún pueblo es menor de edad como para vivir en el engaño permanente y que ningún gobierno tiene derecho a mentir a sus ciudadanos. Ninguno de los tres recibirá nunca la Medalla de la Libertad.

También decía Bradle que “el fundamento del periodismo es encontrar la verdad y contarla”. Sí, es verdad, pero… ¿en qué cárcel?

(Preso politikoak aske)

El caso España

El Estado español sigue siendo una leyenda negra que no escampa, tutelada al favor que imponga el clero y sus pardas guerras adhesiones. España es una grande y libre trampa que se dejó la historia en el tintero y sin más argumentos que cojones. Una puesta de sol sobre un gargajo, un exabrupto en traje de campaña, en la que la derecha más rancia y asilvestrada gobierna desde la oposición.

No hay tres derechas porque las tres vienen a ser la misma y especialmente ahora que ya no juegan al disimulo, la misma fétida basura.

Gobiernan porque a pesar de haber “perdido” el poder ejecutivo, siguen siendo dueños y señores del poder judicial. Todos los malditos tribunales están en manos de esa derecha, desde el Tribunal Constitucional, hasta el Tribunal Supremo, pasando por la Audiencia Nacional. Por eso han desacatado las órdenes de los tribunales de justicia europeos a los que la justicia española está subordinada. Otro más de los muchos atropellos que esta banda de delincuentes prevaricadores entogados viene perpetrando contra el derecho y la razón.

Y la derecha también cuenta con el representante del Estado (el rey y su corte) que “bromeaba” con Sánchez recordándole que “el dolor vendrá después”.

La derecha, en absoluta civilizada porque se trata de una derecha española, (la derecha europea o la misma derecha vasca y catalana tienen cierto sentido del respeto y la vergüenza) dispone de los grandes medios de comunicación (con alguna excepción) para convertir a Podemos en comunistas y al nuevo gobierno en una reedición del Frente Popular, independentistas incluidos, y seguir mangoneando a esa España “profunda” donde lo único relevante es su maldita ignorancia. Hablo de una España a la que todos los candidatos de esa derecha y el propio PSOE, acuden en tiempo de cosecha buscando votos y compitiendo por ver quien dice la mayor canallada (en ese concepto es que tienen a España). No es por casualidad que mientras en Euskadi el pasado año no hubo un solo feminicidio, (sin duda un paso importante de los muchos que hay que seguir dando) Andalucía está a la cabeza en tan penosa clasificación. Y esa España embrutecida es también la que recoge los peores índices de escolarización, deserción escolar, la que dispone de menos bibliotecas y más casas de putas, la que carece de conciencia ecologista, la más propensa al maltrato animal (la impresentable “fiesta nacional), la que más se ve forzada a emigrar…

La derecha española, además del poder judicial y de la jefatura del Estado y de los grandes medios, también cuenta con ese selecto club de millonarios que gobiernan la banca. Y por si no les bastara, también cuentan con la curia católica que pide a su feligresía que “rece por España”.

Y bien, frente a ellos forma gobierno un PSOE que lleva años dando bandazos, cuyos llamados “barones” (Guerra, Felipe González, Page y otros en activo) son piezas del PP con el carnet del PSOE, junto a Unidas Podemos que hace 5 años llegaron dispuestos a “asaltar los cielos”, y que desde entonces se han ido desgajando y, algunos, hasta desmintiéndose y que van a tener que acabar de decidirse si siguen jugando a la cosmética o dan un golpe en la mesa y encaran realmente los muchísimos problemas que tiene este Estado. Uno de ellos es el llamado conflicto territorial especialmente palpable en Catalunya y en menor medida en el País Vasco porque ya se ocupa el PNV de dejar siempre para el futuro cualquier reivindicación seria y formal por la independencia.

El “gobierno progresista” no se está planteando abolir la monarquía e instaurar la república, que sería demasiado precipitado, sino la lealtad al rey; ni tampoco los independentistas están exigiendo la independencia, que sería demasiado osado, sino la autodeterminación; ni tampoco Podemos pretende acabar con la “casta” como declaraban antes, que sería inconveniente en estos días; ni van a obligar a la Iglesia a pagar los impuestos que no paga, que sería muy mal visto; ni van a exigir a la Banca la devolución de más de 60 mil millones de euros que el Estado aportó para su rescate, lo que sería contraproducente; ni van a juzgar por prevaricación a tantos jueces corruptos en las más altas instancias de la justicia del país, lo que podría considerarse una provocación.

Y sin embargo, ha bastado el anuncio de que se van a aumentar los impuestos a las grandes fortunas españolas (que no pagan impuestos), para que esa derecha ladrona se soliviante; ha bastado que, entre dientes, diga el gobierno que va a aplicar la ley penitenciaria española a los presos vascos, sometidos actualmente a la más rastrera venganza, para que esa derecha miserable y ruin se altere; ha bastado el acuerdo de constituir una mesa de negociación con Catalunya de manera que se aborde la mayoritaria reivindicación (80%) del pueblo catalán de que sean las urnas y no los golpes quienes decidan su futuro, para que esa derecha montaraz llame al Ejército a dar un golpe de Estado (otro más) y restituya su orden.

Y al frente del gobierno, el político español que más dice y se desdice de toda la clase política, a pesar de la fuerte competencia.

Me encantaría equivocarme con Pedro Sánchez y este gobierno pero hace tiempo que mi depósito de confianzas se agotó.

Y sí, es verdad, que hará falta prudencia y tacto, pero no para adormecer el derecho que tienen todos los pueblos del Estado español a decidir su destino mientras siguen presos los jóvenes de Altsasu y los políticos vascos y catalanes; mientras los más altos y corruptos tribunales siguen mirando por encima y por debajo de la venda; mientras proliferan las casas de apuestas y se cierran escuelas y hospitales; mientras este postrado Estado sigue manteniendo a una corte de reales holgazanes y obispos pedófilos; mientras las grandes compañías y bancos multiplican sus beneficios… Hará falta prudencia y tacto para empezar a andar.

(Preso politikoak aske)

 

Las preocupaciones de Pérez-Reverte

Anda preocupado Pérez-Reverte “por un tonto que está a punto de ser ministro”. Eso es al menos lo que reconocía el académico español en referencia a un nuevo ministro al que, obviamente, tiene por tonto.

No es la primera vez que Pérez-Reverte hace públicas sus preocupaciones. Ya antes mostró su inquietud por un “perfecto idiota”, en referencia a Julian Assange y las simpatías del fundador de WikiLeaks por la causa catalana, como se ha sentido preocupado por el paso de Gabriel Rufián por el colegio donde, sospecha, le pegaban los otros niños, única explicación que se le ocurre para entender al portavoz de ERC en el Congreso.

Y la verdad es que no sé cómo ayudar a serenar esa inquietud que vuelve a afectar ahora a un escritor de tanta experiencia por causa de un presunto tonto a punto de ser ministro porque, a su edad, ya debiera saber que en el amplio catálogo de ministros españoles antes y después de Franco abundan los cretinos, miserables, sinvergüenzas, cagalindes, bocachanclas, farsantes, mentirosos, chorizos, canallas, prevaricadores, torturadores y delincuentes en general. Tantos como los gilipollas y comemierdas que se han sucedido en la Real Academia de la Lengüa Española, esa que limpia, fija y da esplendor y de la que Pérez-Reverte es uno de sus mejores desagües.

(Preso politikoak aske)