Consejo gratuito

Para deshilvanar lágrima por lágrima toda la miseria de la soledad y evitar que la nostalgia nos termine asfixiando, y volver a la vida aunque la pena nos muerda los sentidos y el dolor nos mienta la sonrisa, solo se necesita la mano de un amigo y tapones en los oídos, pero si ya se ha ido el que siempre… “y mira que te lo dije, que te lo he venido repitiendo, que todavía no era tiempo, que no era posible, que era mejor esperar, que no resolvía nada, que a nada conducía, que no eran compatibles, que no debiste hacerlo, que qué van a pensar, que no era conveniente, que has vuelto a reincidir, que cómo no pensaste, que mira a ver qué haces, que quizás más adelante, que ya te lo advertí, que no me hiciste caso, que no escuchas a nadie, que has sido imprudente, que has vuelto a equivocarte, que cómo no previste, que ya de nada sirve, que de nuevo has fallado, que has vuelto a las andadas, que cómo te atreviste, que sigues en las mismas, que hay que saber callarse, que no valía la pena, que te ha vuelto a pasar, que no tienes disculpa, que fuiste muy indiscreto, que qué van a decir, que no pones de tu parte, que no hay quien te comprenda, que todos te lo han dicho, que no cambiarás nunca…” entonces puedes prescindir de los tapones.

(euskal presoak-euskal herrira)

«… amén»

En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo… amén”. Imperdonable que una de las oraciones más universales y que cuenta con la presencia de tantos personajes prescindiera de ella, porque ¿dónde queda la madre? ¿Debió ir antes del padre? ¿Quizás hubiera sido mejor después? ¿Ni siquiera delante del hijo? La de bronce se la lleva el espíritu santo y no hay más medallas ni diplomas. ¿Por qué no aparece la madre en el catálogo? ¿Está incluida en el precio? ¿Es que puede explicarse esa divina oración diaria sin el concurso de la madre? ¿Cuál es su espacio, entonces, cuál es su lugar? ¿En la cama? ¿En la cocina? ¿Dónde está la madre? ¿En la piadosa virtud de saber esperar, de aceptar resignarse? ¿En el temor de seguir decepcionando a quien no la nombra ni considera? ¿Tal vez en la costumbre del silencio, confinada detrás de siete puertas que apaguen las voces y encierren los pasos? ¿Quizás en la ventana, viendo irse a la vida por la calle, sin derecho a soñar, a hacer preguntas, a esperar respuestas, sin derecho a ser? ¿Dónde está la madre? ¿En la crónica roja, la de todos los días, otra madre muerta a manos de un padre, de un hijo, de otro espíritu santo?

No pretendo alarmar a nadie pero estoy convencido de que la madre es el amén.

(Euskal presoak-euskal herrira)

Solo por animar

No importa que los sueños se nos llenen de espantos reconforta saber que el Mercado siempre vela por los seres humanos. Hace muchos años que todos tenemos constancia de ello pero, por si acaso alguien insiste en pedirme una prueba, les daré dos noticias. No son tan estremecedoras como el hambre, tan crueles como la muerte o tan desoladoras como la soledad, pero duelen tanto como las tres y reflejan este mundo como cualquiera de ellas.

La primera ocurrió durante el cambio de siglo, año arriba o abajo. La Federación Alemana de Golf ponía en marcha un millonario programa de investigación con el objetivo de averiguar si las pelotas de golf perjudicaban la salud de las vacas alemanas.

Sí, sé que todos los días se publican en los medios noticias como esta pero, lo de las vacas alemanas y el golf me perturbó hasta el punto de que duré tres días barruntando preguntas sobre vacas y pelotas. ¿Pasaban mucha hambre las vacas alemanas? ¿Las investigarían a todas? ¿Tal vez pastaban en esos verdes y bucólicos alrededores de los campos de golf… o en los propios campos? ¿Saldrá con hoyos la leche de una vaca alemana? ¿Por qué las vacas alemanas no comen balones de fútbol? ¿Solo las vacas comen pelotas de golf? Nunca supe nada más sobre el caso.

La segunda noticia es más reciente, diez años, poco más, pero me provocó el mismo sobresalto que la anterior. Salía al mercado la primera pelota de golf ecológica y biodegradable con la que jugar al golf en los cruceros sin contaminar el mar. La capa externa de la “Ecobioball”, una vez caía al agua se biodegradaba y liberaba alimentos que llevaba en su núcleo, siendo causa de fiesta y regocijo para todas las sardinas que, expectantes, jaleaban cada fallo del golfista. Con la “Ecobioball” los jugadores de golf se ahorraban la terapia por sus escrúpulos y, además, contribuían a paliar el hambre en el mar.

Pero no se aflijan. Les tengo una noticia más. La última. Se publicará mañana. Según las últimas encuestas, cinco de cada diez niñas que han consumido leche de vaca alimentada con pelotas de golf ganan de adultas los cruceros de golf por el Mediterráneo. Y una de cada dos lo hace jugando con el nuevo modelo de “Ecobioball” cuyo núcleo está compuesto de hielo que, al contacto con el mar, se libera frenando el cambio climático.

(Euskal presoak-euskal herrira)

Las encuestas

Las encuestas, su mayoría, o sirven para que te enteres de lo que ya sabes o para que sepas lo que no te importa, pero sirven, sobre todo, para que los beneficios que dejan sus ventas multipliquen el patrimonio de sus dueños.

Seguimos pecando de ingenuos. Si antes dábamos por cierto cualquier disparate porque “lo he visto en la televisión o lo han dicho en la radio o viene en el diario” ahora lo confirmamos porque “ha salido en una encuesta”.

En el negocio de las encuestas la credibilidad no es un valor en alza, y ganarse el respeto por la pulcritud de su gestión suele ser la principal causa de que se desplomen sus ventas. Una empresa encuestadora seria, como negocio, es tan ruinosa como un periódico que ejerza la profesión con dignidad. Las encuestas son productos que están en el mercado a la espera de un cliente que las compre. Las venden empresas que se manejan con los mismos principios que las demás en este mercado al uso y que, con independencia de que vendan encuestas, lavadoras o chorizos, deben hacer caja.

Esa podría ser, precisamente, la explicación de porqué no suele haber contradicciones entre los resultados de una encuesta y la firma que la pagó. Ningún partido político, por ejemplo, que acostumbre a encargar encuestas va a pagar un resultado que lo ponga en evidencia. El origen de las encuestas, en contra de lo que algunos piensan, no es divino, y se hacen a la medida, se sirven a la carta, se llevan a domicilio, se facturan en negro y se pagan en diferido.

(Euskal presoak-euskal herrira)