La frase del año

 

En estos días en que los medios de comunicación insisten todos los años en hacernos su particular resumen de las noticias más importantes, de los mejores goles, de las películas más taquilleras… yo también me he sentido tentado a elaborar y publicar la lista, en su inmunda versión española, de las más inolvidables frases del año que se ha ido.

Son tantas las expresadas y tan variados los temas, que hasta podrían agruparse por el tono. De lo que sí no me he sentido capaz es de repartir el medallero, labor que se la voy a dejar a los lectores. Organizadas de manera aleatoria se las presento.

Vamos con la primera, a cargo de la ministra de Empleo, Fátima Báñez, la misma que, a falta de mejores ideas, ha implementado rezos a la Virgen del Rocío como política para reducir el paro: “¡Obtuve 5390 puntos en Bubble Shooter Adventures! ¿Puedes mejorarlo? Ghh goo.gl/s44cb pic.twitter.com.

La segunda, también encuadrada en la categoría extremo-sacrificio-L  corresponde a José Antonio Monago, presidente de la junta extremeña: “¡Obtuve 2.215 puntos en el #Doodlejump!!! Supera eso!!! (twitter)

La tercera es de la autoría del presidente del gobierno, Mariano Rajoy, que es también el político que más frases inmundas ha aportado a este inventario: “Haré cualquier cosa aunque dijera que no la iba a hacer”, el más explícito reconocimiento de que miente más que habla.

La cuarta competidora en esta final de la inmundicia olímpica corresponde a Carmen Alvarez-Arenas, portavoz del Partido Popular en el Congreso: “No hace falta comer marisco y caviar para estar bien alimentados”. Hallazgo conceptual que pertenece a la misma categoria de “una manzana no es una pera” de Ana Botella.

De la alcaldesa de Madrid, precisamente, recogemos la quinta frase (categoría cínica XXL) pronunciada durante un acto público de duelo por la muerte de las cinco jóvenes madriñas durante una fiesta en un centro de la capital: “Pido a la sociedad madrileña una verdadera conversión personal y ciudadana que debe comenzar por nosotros mismos». Antes de regresar al hotel en Portugal al que se había trasladado luego de la tragedia y donde “no dejé de pensar en ellas”, aún tuvo tiempo de apuntar: “A la virgen de la Almudena le pido fuerzas para afrontar los días de tristeza y los tiempos de dificultades”.

La sexta frase corresponde al monarca español, que también reincide en la lista, cuando al abandonar el hospital en que se recuperaba de algunas de sus dolencias contraídas matando elefantes o subiendo escaleras declaró: “ya no puedo seguir aqui…tengo que currar”.

La séptima frase, (categoría perversidad-extrema XXL) es de la autoría de José Manuel Castelao, dirigente del Partido Popular y presidente de los españoles en el exterior: “Las leyes son como las mujeres, están para violarlas”.

En la misma categoría, tal vez XL, puede colocarse la octava frase, que es una pregunta que nos hace Patricia Flores, consejera de salud de la Comunidad de Madrid: ¿Tiene sentido que un enfermo crónico viva gratis del sistema?”

La novena, que hasta podrían ser dos y cuya categoría bien mereciera su apellido por la constancia con que las emite y la peculiar enjundia con que las enuncia, vamos a dejárselas a Mariano Rajoy: “Haré todo lo posible para que Europa haga todo lo posible” y “Hemos decidido no pedir el rescate pero eso no significa que no lo pidamos”.

La décima nos llega de los empresarios por boca de uno de los dirigentes de la CEOE, José Luis Feito: “Es inconcebible que los desempleados cobren paro si han recibido una oferta de trabajo aunque sea en Laponia.”

La undécima queda a la cuenta de la popular en el Congreso, Andrea Fabra: “¡Que se jodan!”

En la categoría patriótica-L, podemos hallar hasta tres ejemplos para las candidaturas 12, 13 y 14. La de Mariano Rajoy: “”España saldrá adelante porque tiene españoles”; la del embajador del Estado español en Polonia: “¡Vamos a dar por el saco a los franceses!” (se refería, por supuesto, a un partido de fútbol); y la del delegado del gobierno en el País Vasco, Carlos Urquijo: “El gobierno no permitirá una broma en relación a la unidad de la nación”, (frase que también podría competir en la categoría Estulticia Suprema- XXL).

“Nuestro interés es españolizar a los alumnos catalanes”, de la autoría del ministro de Educación y Cultura, Wert,  es una frase, la número 15, que no debe faltar en ninguna selección.

La decimosexta frase corresponde a Carlos Dívar, presidente del Tribunal Supremo y del Consejo Judicial del Poder Judicial cuando finalmente, tras algunos años de fondos distraídos en agitadas “semanas caribeñas”, se vio obligado a dimitir: “Soy víctima de una campaña cruel y desproporcionada”, que habría podido encuadrarse en la categoría melodramática-XL si Francisco Camps hubiera dejado espacio.

La decimoséptima se la vamos a adjudicar a Baltazar Garzón, aunque sólo sea en solidaridad con Otegi, todavía preso por orden de este cínico-XL, cuando de la mano de otro rey mago, Gaspar Llamazares, advertía en estos días: “La izquierda está dormida”… debe ser la que no está en la cárcel.

Para la número 18, categoría sarcasmo etílico, otra del monarca tras su safari africano: “Lo siento, me he equivocado. No volverá a pasar”.

Para la  frase19 hay que contar con Marina del Corral, secretaria general de Inmigración y Migración, que ha apuntado una nueva teoría para explicar porqué emigran los españoles: “los jóvenes emigran por un impulso aventurero”.

El rey también puede coronar la vigésima con otra perla reciente durante su visita a la India: “Los análisis de España desde dentro dan ganas de llorar”.

A Mariano Rajoy y a Mayor Oreja, en la categoría hipocresía-cum laude, les corresponden la 21 y la 22, por dos apuntes de extraordinaria sensibilidad ética. Del Rajoy: «Al final los seres humanos somos, sobre todo, personas, con alma y con sentimientos, y esto es muy bonito y me reconforta mucho». Del Oreja: “La crisis es una crisis moral y de conciencia, de valores».

La número 23 se la apunto a Carromero, el niñato dirigente popular cuya pericia al volante de un coche para el que ni siquiera tenía carné de conducir provocó la muerte de dos personas en Cuba y que, nada más ser detenido declaró: «Hago un llamado a la comunidad internacional para que me saque de aquí…» Cuando sólo era un niño pijo malcriado llamaba a su papá para que le resolviera los problemas. Ya más crecido y arropado por el Partido Popular llama a la comunidad internacional. Pronto, tras seis meses en Cuba de los cinco años a que fue condenado por homicidio involuntario, será puesto en libertad en el Estado español. Ojalá que encuentre trabajo como chofer de Rajoy.

Y ya para terminar, lamentando las tantas ilustres inmundicias de las que las limitaciones de esta columna no pueden ocuparse, alguien que nunca falta a la cita: José María Aznar. De sus memorias copio: “La primera vez que supe que no era un ser humano corriente, lo recuerdo bien, fue cuando ETA voló mi coche conmigo dentro. Salí de allí, envuelto en llamas, y pensé: ¿cómo es posible que haya sobrevivido? Nadie se lo explicaba. Los médicos no encontraban una respuesta, tampoco mi personal de seguridad. A todo el mundo le pareció… milagroso. Esa noche soñé con Dios. Era una luz, no tenía rostro, pero sí voz. Me iluminó con su haz y me dijo: Jose Mari, si te he salvado es porque te necesito vivo para que lideres a la humanidad. Me dijo un par de cosas más, pero son personales. Aquella experiencia me cambió, por supuesto. Desde entonces soy mucho más humilde… Muchas veces me han preguntado cómo sé que soy especial. Es difícil de decir; digamos que siempre lo he sabido. Ya desde el colegio, sabía que ninguno de los que me rodeaban estaba a mi altura. Como delegado de mi clase, en 3ºB, tomé la decisión de ocupar 3ºD y librar a aquellos pobres chicos del pésimo delegado que habían elegido. No fue una decisión sencilla; tuve que mandar a varios muchachos a combatir al patio pero, al final, obtuvimos la victoria. Ese día supe que estaba destinado a algo más grande que yo mismo…”.

Diario íntimo de Jack el Destripador/101

Cronopiando

 

(Por el Bulevar de Pablo Mckinney)

 

Tal vez sea que las fuerzas me abandonan o los estragos que se cobra el tiempo o, simplemente, que no me apetece salir de casa, pero lo cierto es que ya no frecuento, como solía, esquinas y callejones.

Sin embargo, hasta en mi casa suelo encontrar pretextos para volver de nuevo a enarbolar mi oficio y destripar amigos sospechosos en las llamadas redes sociales y hasta, de vez en cuando, una que otra columna de opinión.

Y la noche del 18 de diciembre, sin moverme de casa, la verdad es que salí a pasear un rato por el bulevar de Pablo Mckinney.

“Cada día, los dominicanos descargamos nuestra ira contra políticos corruptos y empresarios evasores, contra gobiernos similares y entrometidas embajadas”.

¡Buenas noticias! -fue lo primero que pensé. Lo segundo, que tal vez Mckinney se estaba dejando llevar de su entusiasmo a la hora de contar iras, porque si los dominicanos, todos y todas, fuésemos en verdad capaces de descargar nuestra ira sobre políticos, empresarios, gobiernos y embajadas, hace ya tiempo que gozaríamos de amaneceres más gratos y menos iracundos.

Lamentablemente, ya no la ira, ni siquiera los votos hemos sido capaces de negarles y, con independencia de las adhesiones que compran y trapichean, aún son demasiadas las ovejas que creen en el pastor y aceptan el redil como destino mientras haya pasto para ellas. Hay dominicanos, sí, con sobradas razones para la ira que están saliendo a la calle a denunciar que se mienta en su nombre, que se les despoje de unos recursos cada vez más limitados, que se les empuje al exilio, que se les mate impunemente sea de bala o de miseria, pero tampoco son menos los dominicanos que guardan silencio, que miran para otro lado, y que ponen el cazo y la mano.

No, no todos los dominicanos descargan la ira. Ojalá se pudiera declarar un Día Internacional de la Ira y barrer la inmundicia, toda la inmundicia, la de la calle y la de cada casa, hasta que la letra del himno dominicano cobrase felizmente sentido, pero aún queda por aunar más conciencia, más memoria, más ira también.

“Cada mañana, en la oficina, la columna o la televisión, nos sentimos tentados a juzgar a los demás, y denunciamos al AMET que abusa, al sindicalista que chantajea, quema damas e invade, al policía que asalta, al gobierno que olvida, al partido que avergüenza, e insinuamos, juzgamos, decimos, maldecimos.”

Y sigo creyendo que Mckinney se alegra de que así sea y, al igual que yo, aprecia que haya cada vez más pueblo dominicano decidido a defender, sencillamente, su derecho constitucional a una vivienda, a un trabajo, a salud y educación, y que es por ello que los dominicanos juzgan, porque tienen juicio; dicen, porque tienen palabras; y maldicen porque es su derecho.

Varios verbos dispone Mckinney para explicarlo; algunos presumen delitos penados con la cárcel: asaltar, abusar, chantajear, quemar, invadir… y dos verbos más que se antojan faltas a sancionar, acaso, con el descrédito o la amnesia: olvidar y avergonzar, a cargo del partido y el Gobierno.

Y comienzo a entender que la ira del primer párrafo que, llegué a pensar, era un reconocimiento que se aplaudía, más bien es un síntoma de una enfermedad que se lamenta: la de juzgar al prójimo, aunque no entiendo a dónde se quiere llevar la reflexión porque nunca he pensado que el juicio fuese una dolencia y hasta hubiese apostado que Mckinney tampoco.

¿Cuál es el problema de juzgar? Juzgar es hacer juicios, poner en marcha nuestro pensamiento y criticidad; juzgar es un requisito imprescindible para adoptar una decisión y nuestras vidas, afortunadamente, todavía registran todos los días algunos pensamientos, incluso propios, sí, juicios también, decisiones. De hecho, esta columna que destripo también es un juicio y hasta, lo voy a confirmar muy pronto, acarrea una sentencia.

La policía también juzga a quien asalta, el AMET también juzga a aquel de quien abusa, el gobierno también juzga su memoria como el partido juzga su vergüenza… y los sindicalistas de quienes habla el artículo tienen tantos cargos en su contra, tres por uno los demás, que no me voy a entretener en tantas causas, pero seguro que también ellos hacen juicios de valor.

“Nos horrorizamos de tanta patria en bandolera, y somos duros, cáusticos, punzantes, corrosivos, y terribles como los imperios, malditos como el amor desolado”

Que no, que no, que no me salen las cuentas de Mckinney, que si tanto horror nos volviera a los dominicanos duros, punzantes, corrosivos, terribles y malditos, hace ya años que esa patria en bandolera sólo sería una vieja referencia de una historia vencida.

Desgraciadamente, hay muchos dominicanos que son blandos, ingenuos, romos, dulces y apacibles como los lacayos y benditos como el amor coronado. Peor todavía, muchos de ellos han dedicado a esos afanes toda su vida. Y esos afanes cotizan en la Bolsa del empleo, del agasajo y la recompensa, y en la distribución de fondos y de fundas.

“Y juzgamos a todos, desde la guardia a la Policía, desde la iglesia al FALPO, al CONEP, o incluso a las muchachas de ANJE (que es un exceso). Nos quejamos de la inseguridad, el robo, la evasión, la corrupción desmadrada, y volvemos a juzgar y nos olvidamos de nosotros mismos.”

Y por fin llegamos a donde íbamos. El artículo, una vez juzga la iracunda actitud del país, evacua su sentencia: “nos olvidamos de nosotros mismos”  porque “olvidamos que dejamos sin amor a los viejos en la casa materna, que las Paola estuvieron todo el güiquén sin librería, helados y sin besos del pá, porque había que terminar un texto, conceder una entrevista, afinar un proyecto de comunicación, y había dos programas por grabar, un informe político que presentar.”

Muchas son las causas por las que, a veces, dejamos sin amor o compañía a los viejos, y casi siempre impuestas por ajenas circunstancias que nos fuerzan a emigrar a otro país u otra ciudad, como hay muchas Paolas que antes de disfrutar un helado preferirían comer, o disponer para sus libros de una pared que los sostenga en una casa en la que vivir, pero tengo la impresión de que Mckinney no está mirando la vida que le circunda. Si algunos, empeñados en juzgar a los demás, han llegado a perderse a ellos mismos de vista, a Mckinney le puede estar sucediendo lo contrario, que de tanto sólo verse a sí mismo ha perdido de vista a los demás. Lo digo por los ejemplos que cita como causa de no haber llegado a tiempo al beso de Paola. Creo que el caso de Mckinney no es tan grave y  puede resolverse. Tal vez con que trabajase menos, concediera menos entrevistas, afinara menos proyectos, grabase menos programas o presentara menos informes… gozaría, él y Paola, la felicidad de ese encuentro que añora. Otros no lo tienen tan fácil. Pensando en ellos aparecerían otros muchos ejemplos de más compleja solución.

“De tanto juzgar a los demás, olvidamos lo principal: juzgarnos a nosotros mismos, primero. Olvidamos a Confucio: Nunca juzgues a un hombre sin antes haberte puesto en su lugar”.

O lo que es lo mismo, que tienes derecho a juzgar a un hombre una vez te hayas puesto en su lugar. Cuestión de matices. Los mismos matices que nos autorizan a apedrear a cualquiera siempre y cuando estemos libres de pecado.

De todas formas, sin ánimo de contradecir a Confucio o a Jesucristo con cuyos principios puedo estar de acuerdo, lo principal o lo primero, categorías en las que insiste el columnista, tal vez no sea juzgarnos a nosotros mismos, tampoco juzgar a los demás. Quizás, lo primero o principal es tener, cuidar, pulir, desarrollar y ejercitar nuestro propio juicio. Si ese juicio, además, se ha construido con respeto y equidad, únicos materiales posibles,  podremos y deberemos juzgarnos a nosotros mismos, a los demás, juzgar siempre y juzgarlo todo.

“Olvidamos cómo humillamos a la joven que nos asiste en los asuntos domésticos, irrespetamos la dignidad del humilde ciudadano que conduce nuestro vehículo y resuelve mil asuntos, no saludamos al vecino, maltratamos subalternos, violamos semáforos, nos colamos en las filas, y cuando Dios, la empresa o un gobierno nos otorga una pequeña cuota de poder, nos transformamos en democios del insulto y la arrogancia, -Trujillito en potecito- y somos incapaces de amar, apenas de poseer, y olvidamos la verdad y su espejo roto, enterramos la humildad como un féretro sin sepulturero.

Y otra vez el columnista que vuelve a cerrar puertas y ventanas para describir la historia universal de la infamia desde la percepción de quienes, todavía, disponen de trabajadoras domésticas para sus casas a las que irrespetar y de choferes para sus coches a los que humillar, mientras se maltratan subalternos, se ignoran vecinos, se irrespetan las filas y se violan todas las leyes de tráfico.

Pero no todo está perdido Mckinney, tampoco la verdad, porque, llegado el caso, no todos aceptamos transformarnos en un “Trujillito en potecito”, ni tampoco hemos renunciado al amor, a la dignidad que merecemos, al país que soñamos y que somos desde el mismo momento en que empezamos a construirlo, desde la calle, desde la casa, desde la solidaridad, desde el juicio y el derecho que compartimos y ejercemos… desde la ira también.

“Pienso ahora, cuando se niega a salir el sol y me acosan mis personales fantasmas, cuánta revolución habría hecho nuestra generación si nuestra lucha primera no hubiese sido por cambiar el mundo sino prepararnos para que el mundo no nos cambiara a nosotros. Cuánto habríamos logrado si nuestra lucha primera no hubiera sido transformar una sociedad o mejorar abstractas instituciones, sino luchar y esforzarnos por ser caeda día mejores seres humanos. En fin, que mi generación, de tanto leer a Marx, olvidó a Krishna”.

Obviamente tampoco habríamos logrado nada si tu generación, de tanto leer a Krishna, hubiese olvidado a Marx, pero sigo pensando que eres extremadamente generoso a la hora de repartir tan absolutos porcentajes de lectura en un país que si algo tiene siglos leyendo y escuchando y, lo que es peor, creyendo, son los cantos de sirena de un sistema político aberrante, por irracional y por violento, que convierte a los seres humanos en burdas mercancias y en pesadillas sus mejores sueños; lo que este pueblo tiene generaciones padeciendo son los rigores de un estado secuestrado por quienes lo administran y con independencia del color que usen como señuelo.

Me admira y celebro, por primera vez en muchos años, que ese enfermo país que a veces he pensado desahuciado, se esté recuperando porque se niega a estar enfermo y ya no acepta más sueros ilusorios, así sean sostenidos y sustentables, tampoco los viejos diagnósticos que lo condenaban a resignada esperanza y optimismo baldío, pero ese pueblo ha empezado a expresar su repulsa ante sus seculares dolencias. No, República Dominicana no está enferma. Dejó de estarlo el día en que lo supo y los glóbulos rojos

retomaron las venas y hacen sonar su estruendo de repulsa por todas las arterias. Esos glóbulos son la más clara expresión de que el enfermo recupera sus signos vitales, de que ya no está dispuesto a delegar su salud por más tiempo en manos de virus monetarios, de fondos virulentos, de todas las voraces bacterias que, así fueran electas o usurparan derecho y voluntades, mientras no se erradique su presencia seguirán transmitiendo enfermedades.

Y mientras tanto, nada más efectivo que la cataplasma de la lucha, la infusión de la solidaridad y esa especie de ungüento asambleario y popular que, además de expulsar las bacterias, ayuda a que el paciente pueda por fin desatar la palabra. Y es que no hay mejor terapia que saberse ni más sensata receta que juntarse.

En la distancia asisto todos los días a ese feliz desperezarse de un pueblo al que ya no le caben más engaños, más fraudes, más castigos. Posiblemente yo ni llegue a verlo, pero me encantaría que las Irenes y las Paolas que van a ser, lo son ya, parte de esa común y fraterna amanecida, así no lean ni a Marx, ni a Krishna, ni a Confucio, ni a Jesucristo… sepan oír sus voces, puedan multiplicar sus manos y logren rescatar para la vida el naufragio de ese país a la deriva, que ya es más suyo que nuestro.

A ellas, a quienes ya se han sacudido el miedo y la vergüenza y salen a la calle a gritar ¡basta!… habrá quien pueda declinarles su apoyo, reprocharles sus lecturas, pero no su razón y su derecho. “Hay un país en el mundo –escribía Pedro Mir- donde un campesino breve seco y agrio, muere y muerde descalzo su polvo derruido, y la tierra no alcanza para bronca muerte. ¡Oídlo bien! No alcanza para quedar dormido. En un país pequeño y agredido. Sencillamente triste, triste y torvo, triste y acre. Ya lo dije sencillamente triste y oprimido…” También lo decía Mir y hoy lo pide el pueblo dominicano que sale a la calle: “Dadme tiempo, coraje, para hacer la canción”, y que mientras el coro gana sentido y fuerza, y la calle multiplica las voces, se cumplan los deseos del poeta: “decid al viento los apellidos de los ladrones y las cavernas y abrid los ojos donde un desastre, los campesinos no tienen tierra… los que la roban no tienen ángeles, no tienen órbita entre las piernas, no tienen sexo donde una patria…

En fin Pablo que no, que no te destripo,  que de esa labor tiempo tendrán de encargarse tus fantasmas y ese sol que mencionas cuando salga, si es que no nos encontramos antes, cualquier día,  en la calle.

 

 

¡Y todo por un «hat-trick»!

Cuando Pablo, un amigo irakasle, fue a recoger el acta de un partido de fútbol jugado entre niños de dos ikastolas, le llamó la atención cierta corrección en el resultado. No es que tuviera importancia. Había sido una hermosa mañana y los niños se habían divertido pero, curiosamente, el juego en el que unos habían ganado en el campo 7-3 a los otros, en el acta se había transformado en un 7-4. Una mano furtiva había agregado un gol más al equipo derrotado, en cualquier caso, insuficiente

No tardó mucho en develarse el misterio. Apenas lo mismo que tardó el coautor del cuarto gol en aclararlo.

-Sí, fui yo –reconoció el padre de uno de los niños- pero es que a mi hijo, que hizo dos de los tres goles, le hacía mucha ilusión hacer un “hat-trick”.

Esa fue la razón de que el gol fantasma subiera al marcador y un Ronaldo en ciernes (si al menos fuera Messi) diera otro paso más hacia la gloria.

Pudo ser peor, pudo haber dejado sin el premio de su único gol al compañero de su hijo y no haberse molestado en cambiar el resultado. “Hat-trick” para Ronaldo y una asistencia para su padre.

Hubo un fantasma en el partido, es cierto, pero no fue el gol. Y no quiero ni pensar si ese síndrome de rey mago, más mago que nunca, fue un extraño impulso sin antecedentes, o si ya antes había hecho valer sus buenos oficios para que su alevín fuera elegido el más valioso en la liga HH5, o le fuera entregado el balón de oro o su gol el más votado entre los diez mejores.

Sonrisas al margen, lo más amargo de esta historia es que no estoy hablando de una especie en vías de extinción y es por ello que ni al padre ni al pueblo voy a ponerles nombre, porque podrían ser cualquiera.

Vivimos en una sociedad que, mientras reserva la gloria al triunfador, sepulta en el anonimato y la frustración a todos los derrotados, a los que no alcanzamos a comprar lo suficiente, a los que no podemos aparentar lo debido, a los que tampoco llegamos a especular lo necesario, a los que no sabemos mentir lo inevitable y medrar lo imprescindible. Se nos enseña a simular, no a ser; se nos instruye para que acumulemos, no para que compartamos; se nos entrena para que compitamos,  no para que participemos; se nos adiestra para el triunfo, no para la vida.

Nuestros hijos, que comenzaron poniéndose nuestros zapatos para jugar y a quienes calzamos nuestras ideas para vivir, son la referencia, la continuidad de nuestros miedos, de las miserias y carencias de una familia, de una escuela, de una sociedad que, en lugar de educar, adoctrina; en vez de sugerir, ordena; e incapaz de corregir, castiga.

Necesitaban cómplices para naufragar y nosotros, expertos en congojas y derivas, nos prestamos a la labor de ahogarlos. Es por ello que los educamos en el miedo y nos sobrasalta su timidez; que los educamos en el desorden y nos alarma su dispersión; que los educamos en el engaño y nos preocupan sus mentiras.

¡Y todo por un “hat-trick”!

 

 

Españolizar Euskalherria

 

En una red de Internet encontré este breve apunte sobre la relación del euskera y el Estado español. Apenas una mínima parte de una vieja e infame historia cuya última reseña nos llegaba en estos días de Algeciras: A los presos vascos se les prohibe escribir tarjetas navideñas en su lengua.

1776: Se prohíben los libros en euskera.

1768: Se prohíbe el euskera en la enseñanza de las primeras letras (Real Cédula de Carlos III).

1772: Se prohíben los libros de contabilidad en euskera.

1801: Se prohíben las obras teatrales en euskera.

1803. Se establecen castigos corporales por hablar euskera en la escuela.

1857: Obligatoriedad de la escolaridad sólo en castellano. (Ley Moyano)

1862: Se prohíbe el euskera en toda clase de escritura pública.

1867: Se prohíbe el euskera en obras dramáticas (Real Orden de Isabel II)

1902: Orden que castiga a los maestros que enseñen en su idioma o dialecto. (R.O. de Alfonso XIII y Romanones)

1923: Prohibición del euskera en actos oficiales. (Alfon XIII y Primo de Rivera)

1925: Se retiran los libros de texto en euskera y suspensión de empleo y sueldo a quienes enseñen en dicha lengua.

1937: Prohibición de hablar en euskera.

1938: Prohibido el euskera en los registros.

1939: Prohibido el euskera en la rotulación de hoteles.

1940: Prohibido el euskera en tribunales y comercios.

1944: Prohibido el euskera en las escrituras públicas.

1947: Prohibido el euskera en las revistas.

1948: Prohibido el euskera en las escuelas.

1954: Prohibido el euskera en la radio.

1964: Prohibido el euskera en discos y en publicidad.

Euskeraz bizi nahi dugu!

 

Carta pública a Santiago Cervera

Cuando supe que habías sido detenido porla GuardiaCivilen el momento en que te disponías a recoger un sobre con 25 mil euros depositado en una ranura de la muralla de Pamplona en las proximidades del Club de Natación y que, supuestamente, era el pago de un chantaje al presidente dela CajaNavarrapara no divulgar ciertas confidenciales informaciones, me animé a escribirte esta breve carta por si te ayuda a evitar en el futuro celadas como la que aseguras te han tendido.

Es posible que, con tu experiencia como concejal que fuiste de Unión del Pueblo Navarro, o presidente que eres del Partido Popular en Navarra, candidato por el mismo partido a presidir el gobierno foral o secretario del Congreso de los Diputados en Madrid, poco puedan ayudarte mis modestos consejos cuando, además, y me consta que ya lo sabes, hay que ser prudente y no dejarse llevar de la curiosidad pero, de todas formas, y por si en el futuro alguien quiere hacerte llegar alguna delicada información que tú no sepas sobre chanchullos relacionados conla CajaNavarrau otros tejemanejes parecidos y esa persona no quisiera identificarse, desconfía. Piensa que esas informaciones  bien puede “garganta profunda” hacértelas llegar por correo o depositarlas personalmente en tu buzón, de manera anónima. Por muy aficionada que sea esa persona a la intriga, al suspense, también el recurso del buzón es habitual en el cine de maestros como Hicthcock, y también puede hacértelas llegar a través de un mensajero o por correo electrónico. Recela de tramas como la que denuncias que, en el peor de los casos, siempre te va a servir como coartada antela GuardiaCivilmejor que la imprudente curiosidad a la que ahora apelas.

Y eso que, lo reconozco, yo también he estado a punto de meter esta nota en un sobre y depositarlo en una ranura de la muralla iruindarra a la espera de que tú lo recojas pero, después de sopesarlo, he optado por depositar mis sencillas consideraciones en esta columna, y además gratis,  para que tú mismo o tu abogado las puedas leer el miércoles en Gara. Busca en la última página, en una rendija que se llama Azken Puntua. ¡Ah… y asegúrate de que no esté cercala GuardiaCivil!