Objetos perdidos

Antiguamente era habitual encontrarte en la prensa la sección de “objetos perdidos”. También la radio dedicaba minutos a esos paraguas, abrigos, llaves… que olvidábamos. Hace mucho tiempo que los medios prescindieron de la sección y no es mi intención proponer que se retome. Lo que si me encantaría es que periódicos como Gara incluyan en sus páginas una sección de “noticias perdidas” en los grandes medios. Por ejemplo, la de los 50 mil navarros denunciando la farsa del juicio por terrorismo a los jóvenes de Alsasua; la del asesinato en Brasil de Carlos Pereira, único testigo del asesinato de la diputada Marielle Franco y que, por cierto, tampoco fue noticia; la manifestación de veteranos de guerra ingleses en Downing Street tirando sus medallas al suelo en repudio por el ataque a Siria; la denuncia de The Wall Street Journal de que el Estado israelí paga 5 mil dólares al mes a terroristas en Siria; la noticia de los tres bomberos sevillanos juzgados por salvar vidas en Grecia o la del bombero vasco acusado de evitar muertes en Bilbao por negarse a embarcar armas para el régimen saudí; el incesante asesinato de palestinos a manos de Israel… esas noticias que los grandes medios pierden todos los días.

(Euskal presoak-euskal herrira/Llibertat presos politics)

Yo también renuncio

 

Siguiendo el ejemplo de Cristina Cifuentes y en solidaridad con la todavía presidenta de la Comunidad de Madrid, que acaba de renunciar a su máster de la Universidad Rey Juan Carlos, por este medio declaro solemnemente renunciar a mi máster en Harvard University, máster semejante al de Pablo Casado; renuncio a mi Jaguar, similar al que tenía, sin saberlo, Ana Matos en su garaje; renuncio al ático de lujo que poseo en Marbella colindante con el del también presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, así como al millón de euros que tenía guardados en casa de mis suegros y al “volquete de putas” con los guardias civiles Talamino y Caro Vinagre; renuncio a mi vitalicia plaza de registrador en Santa Pola (Alicante) para que pueda seguir manteniéndola M.Rajoy, y también a los sobres en blanco y en negro; renuncio a mis títulos de Conde y Grande de España para que no vaya a quedarse sin ninguno Esperanza Aguirre; renuncio a mi tarjeta black; renuncio a mis safaris y a seguir matando elefantes en Botswana y osos en los Cárpatos; renuncio a mi mansión en Jbila (Tánger) vecina a la que disfruta Felipe González; renuncio a vender más viviendas públicas a fondos buitres para no interferir en los negocios de Ana Botella; renuncio a traficar con armas para que no sienta el rey de España que se le hace la competencia; renuncio a financiarme irregularmente; renuncio a desviar fondos públicos, a prevaricar, a nombrar a dedo, a cobrar comisiones, a destruir pruebas a martillazos, renuncio a seguir esquilmando la caja de pensiones; renuncio a los trajes de la Gürtel, renuncio a seguir mangoneando la justicia… renuncio.

(Euskal presoak-euskal herrira/ Llibertat presos politics)

¡Ay, si la hubiera abierto!

 

En tierras de conejos los campeadores siempre son montaraces y, lo que es peor, frecuentes. Basta que se mueva en el aire una brizna de juicio, un soplo de cordura, basta media neurona suelta para que vuelva a echarse a la mar la armada invencible y los tercios de Flandes a galope tendido hagan temblar de nuevo al mundo… “a por ellos oé… a por ellos oé”.

En el mercado de divisas nacional español solo el coraje está al alza y no hay página en su historia capaz de conmoverse ante otra virtud que no sea el valor. Pero no el valor de la palabra sino el del exabrupto, no el valor de la verdad sino el de la infamia, no el valor de la justicia sino el de “mis cojones”, sacrosanto argumento de quien nunca tuvo nada que aportar que no fueran sus mentados atributos. La bragueta convertida en estandarte, en enseña patria… “yo soy español, español, español… yo soy español, español, español”.

Los novios de la muerte, a mayor gloria de Dios y de España, sacuden sus mantillas y se arrancan por bulerías, que a “donde no llega un español con la punta de los dedos, llega con la punta de su acero… y Santiago y cierra España.”

¿Y si la hubiera abierto? ¡Ay, si la hubiera abierto! España no sería España.

(Euskal presoak-euskal herrira/ Llibertat presos politics)