En picado

Piloto y copiloto siguen juntos en la cabina y se alternan al gobierno de los mandos del avión.

Terminada la cena, los pasajeros se relajan satisfechos en sus asientos y comparten impresiones, tranquilos, hasta de buen humor, conscientes de que están en buenas manos mientras el avión, a velocidad de crucero, cae en picado.

Una vez solventada con éxito la leve desaceleración inicial que algunos se empeñaran en calificar de recesión, se restablece la ruta al tiempo que los pasajeros se distraen siguiendo en sus pantallas la película “Luces al final del túnel”, una cortesía de la línea aérea que también dispone en su “tienda a bordo” de un amplio catálogo de productos para los pasajeros interesados en adquirir a bajo costo estampitas de la Virgen del Rocío y de Santa Teresa de Jesús, así como mantillas, peinetas y mordazas.

-“¡El vuelo va bien!”- se escucha por la megafonía del avión la convincente voz de los pilotos buscando tranquilizar cualquier posible asomo de duda.

Cuando las azafatas terminan de recoger las bandejas con las urnas, ya contados los votos, se celebra la renovada confianza de los pasajeros en la pericia de los pilotos.

-“¡Ya se distinguen brotes verdes”!- vuelven los pilotos a dejarse oír mientras el avión cae en picado.

(Euskal presoak/Euskal etxera)

 

 

Engañé a todo el mundo

En ese amplio inventario de sinceros embustes y mentidas verdades en el que desde hace años vengo andando y, sobre todo, tosiendo, hora va siendo de acabar confesando lo que, en cualquier caso, ya para nadie debe ser un secreto… y es que, engañé a todo el mundo.

Engañé a mi esposa que, cada vez que se enfrentaba a un beso, siempre temía encontrarse en mis labios ese insoportable aroma del tabaco adherido a mi ropa y a mi cuerpo.

Engañé a mis hijas, sorprendidas de los tantos caramelos rondando por mis dedos y que aún siguen pensando era por ellas que los iba guardando en mis bolsillos.

Engañé al médico, al que le juré y le perjuré haber dejado el cigarrillo tantas veces como insistió en preguntármelo.

Engañé a mis amigos, a esos que bien me quieren, preocupados porque fuera capaz de proscribir los humos para siempre en mis pulmones y encontrara el amparo de sus buenos deseos.

Engañé a mis enemigos, también a ellos, a los que tanto estimo, temerosos de que fuera verdad mi pública abstinencia y acabaran por morder el polvo sus peores augurios.

Me engañé a mí mismo y me engañé hasta el punto de no saber después de tanta excusa, de tanto pretexto, quién es el yo que miente y quién el yo sincero.

Engañé a todo el mundo… menos al enfisema.

(Euskal presoak/Euskal etxera)

 

Elecciones animales

Se atribuye al escritor mexicano Guillermo Aguirre y Fierro el poema que comparto unas líneas más abajo y que, no obstante haber sido publicado en 1926, con el paso del tiempo no sólo no ha perdido gracia sino, lo que es peor, ha ganado vigencia.
En su amplio repaso por las elecciones animales el poema de Aguirre refleja ciertas humanas tendencias que debiéramos tener en cuenta quienes aún aspiramos a abandonar la selva. Y lo digo ahora que estamos en elecciones, porque de la lectura del poema podría desprenderse alguna luminosa consecuencia para quienes se atrevan a responder a la pregunta con que el escritor concluía su fábula:
 “El león falleció, ¡triste desgracia! y fueron,
por vivir en democracia,
a nombrar nuevo rey los animales.
Aunque a algunos les parezca tonto,
las ovejas votaron por el lobo;
como son unos buenos corazones,
por el gato votaron los ratones,
y a pesar de su fama de ladinas
por la zorra votaron las gallinas.
La paloma, inocente, votó por la serpiente;
las moscas, nada hurañas,
decidieron que reinaran las arañas.
No tuvo el topo duda, como tampoco queja,
mientras votaba por la comadreja;
los peces, que sucumben por la boca,
entusiastas votaron por la foca.
Por no poder encaminarse al trote
un pobre asno quejumbroso y triste
se arrastró a dejar su voto por el buitre;
el caballo y el perro, no os asombre,
como siempre, votaron por el hombre.
Amigo lector ¿qué inconsecuencias notas?
Dime ¿no haces tú lo mismo cuando votas?”.

 

 

Medios de comunicación

Si existiera la justicia, más allá de la burla de la toga y el birrete; si la ética no fuera un mal respingo, por ende inoportuna y nada lucrativa; si los medios fueran independientes y no cautivos de los intereses de sus dueños; si la verdad no estuviera secuestrada tras un código de barras,  Obama, sí, Obama, el flamante Premio Nobel de la Paz, el mejor spot urdido en la fábrica de presidentes de la Casa Blanca, ya habría sido juzgado y condenado. Y con él, ese siniestro coro de voraces fortunas cuya suerte no se dirime en las urnas porque está por encima de cualquier derecho y al margen de cualquier obligación. No importa qué inventario se hiciera de los cargos en todos sobresaldría Obama y el poder que representa.

Hace apenas un mes el presidente estadounidense se jactaba públicamente de la impunidad de sus delitos y, en cuidada entrevista para el portal Vox, cómodamente sentado, hasta llegaba a anunciar la intención del crimen antes de perpetrarlo: “Nuestra política exterior tiene una dosis de realismo por lo que Estados Unidos, en ocasiones, tiene que torcer el brazo a los países cuando no hacen lo que queremos”.

Y en estos días,  Obama, precisando su “política exterior”, ha ido un poco más lejos y ha acusado a Venezuela de “amenazar su seguridad”. Obama ha declarado la “emergencia nacional” por el “extraordinario riesgo” que supone la situación en Venezuela.

Si este mundo fuera ese que ya ni nos atrevemos a soñar, Obama nunca habría sido posible, pero este mundo no es el que soñamos sino el que padecemos. Y por ello, ese estado delincuente que ahora amenaza a Venezuela con torcerle el brazo sigue dictando los destinos del mundo y decidiendo el bien y el mal. Son la salvaguarda contra el cambio climático que ellos, más que nadie, han provocado; la respuesta a la crisis que su modelo de desarrollo multiplica; la solución al problema del hambre que sus políticas generan; la seguridad del mundo ante la amenaza terrorista que nadie como ellos encarna;  la reserva espiritual frente al caos que se avecina y que ellos promueven. Ellos y quienes desde las sombras, esas que tanto invoca el presidente estadounidense, gobiernan realmente el mundo, su poder y sus finanzas, no desde las  calles de Caracas, sino desde Wall Street, desde el Pentágono, desde esos putos canallas mentideros que todavía se llaman medios de comunicación.

“El que ignora la verdad es un iluso, pero el que conociéndola la llama mentira, es un delincuente”, lo decía Bertold Brech para que los grandes medios, en absoluto ilusos, no ignoren de qué se les acusa.

(Euskal presoak/Euskal etxera)

 

 

Innovaciones y Mercado

 

No importa que los sueños se nos llenen de espantos, reconforta saber que el Mercado vela por nosotros.

Lo confirmo ahora en que me entero que ha salido a la venta la primera pelota de golf ecológica y biodegradable que permite jugar en entornos marinos sin correr el riesgo de contaminarlos. Leo que la capa externa de las “ecobioball”, una vez caen al agua, se biodegrada y libera los alimentos que lleva en su núcleo, con lo que los jugadores de golf en los cruceros no volverán a padecer escrúpulos ecológicos de ninguna clase y, además, contribuirán a evitar la desnutrición de la fauna marina. Y me admira saber que el Mercado, que nunca nos desampara,  investiga causas y aporta soluciones.

Tampoco es la primera vez. Años atrás, la Federación Alemana de Golf destinó una millonaria partida a averiguar si las pelotas de golf perjudicaban la salud de las vacas. La citada federación estaba convencida de que en las verdes praderas alemanas, además de su tradicional y sabroso pasto, las vacas balanceaban su alimentación con pelotas de golf. Hay que suponer los numerosos investigadores necesarios para interrogar a cada vaca sobre el número de pelotas engullidas, o recoger sus residuos, que no siempre esos rumiantes confiesan sus culpas. Se ignora si la leche de vaca que coma pelotas de golf sale con hoyos, si hay vacas que prefieran la ingesta de pelotas de tenis o de fútbol así como las consecuencias que eso podría acarrear en la leche que aportan pero, quién sabe, tal vez mañana, un niño que beba leche de vaca alemana alimentada con pelotas de golf, hasta podría convertirse en un maestro de ese deporte si aprovecha los cruceros por el Mediterráneo para practicar el golf con las nuevas pelotas “ecobioball”. Para que luego digan que no se investiga por falta de recursos.

(Euskal presoak/Euskal etxera)