El cuento de la alcaldía de Iruña

El cuento de la alcaldía de Iruña

Koldo Campos

(De Gara, (Uztaila 31)

Érase que se era, y no era la primera vez, que los esporrinos sosiolistos, tras reclamar a la ciudadanía votos de progreso, convirtieron en alcalde de Iruña al más carca de los candidatos naburros. Como tenían por costumbre, en las siguientes elecciones volvieron a reiterar la vieja felonía cagándose de nuevo en la lista progresista más votada para llevar a la alcaldía a otra rancia naburra y así evitar que Joseba Asirón, el mejor alcalde que ha tenido Iruña, recuperara la makila de la ciudad.

Esta vez, sin embargo, los esporrinos no calcularon bien los tiempos de su desvergüenza y, cuando quisieron llevar a la presidencia del reino a la Chivite, tan esporrina como sus antecedentes, se encontraron con que Bildu y los 46 viejos árboles de la emblemática calle Sangüesa de Iruña que iban a ser talados para hacer otro aparcamiento en contra del sentir de los vecinos, no iban a cruzarse ni de ramas ni de brazos.

Así fue que los esporrinos, con la Chivite a la cabeza, se convencieron súbitamente de las ventajas de interponer una moción de censura contra la naburra alcaldesa por terrorismo ecológico e insensatez flagrante, moción que secundó Bildu para lograr la mayoría, y los árboles siguieron dando sombra en la calle Sangüesa y Asirón volvió a ser alcalde Iruña.

A este hermoso cuento solo le falta un viejo soneto de la autoría de Koldo Campos Sagaseta de Ilurdoz, que tituló “Espárragos” y que el propio Asirón recitó en el pleno, ya con la makila en la mano:

¡Oh recia y sacra nobleza navarra

de regia cuna que al cantar desgarra

la voz, el corazón y la guitarra

en el nombre de Dios y de Navarra.

A tu salud levanto yo mi jarra

presto siempre a la jota y a la farra

con un rosado fino que espatarra

de singular alcurnia y mejor parra

que quien pudo vencer la cimitarra

del sarraceno con valor y garra

es digno de la gloria que abigarra

y el honor que prodiga y despilfarra

entre tantos pedorros y caparras

que han hecho de Nafarroa, su Navarrrrrra!

(Preso politikoak aske)

Alevines de caudillos

Con más frecuencia de la deseable solemos encontrarnos en los medios o en la calle con personas ansiosas de convertir en ley sus opiniones, incluso, sobre cualquier irrelevante asunto y, lo que es peor, personas dispuestas a sancionar como delito cualquier criterio ajeno que no sea de su gusto.

Es como si todos los días se levantaran por la mañana con la patológica necesidad de prohibir algo, lo que sea. Y ese algo, generalmente, suele ser lo primero que les propongan los medios siempre a la caza de anónimos testigos que avalen sus inquietudes.

Desgraciadamente, cuanto más democrática se cree una sociedad más tiende a hacer banales sus preguntas y rotundas sus respuestas. Basta que aparezca un micrófono delante para que nos parezca inadmisible en las piscinas el baño sin gorro o intolerable cubrirse la cabeza.

Una reportera animaba a la gente a dar su parecer sobre el hecho de que haya personas que venden los regalos recibidos de no ser de su agrado. Al margen de una joven que contestó que cada quien podía hacer con sus regalos lo que le diera la real gana, que para eso eran suyos, varios de los entrevistados optaron por sanciones legales contra prácticas semejantes, y hasta hubo quien, directamente, propuso fuertes multas para evitar lo que llamaba comercio ilegal.

Curiosamente, la mayoría de las personas no sólo se conformaron con hacer juicios de valor, a los que derecho tienen, sino que exigieron la prohibición de la reventa de regalos.

Es habitual encontrarte en los medios a personas sin más criterio que uno, haciendo fila ante el intrépido periodista que ha planteado el tema, dispuestas a prohibir por violentos los dibujos japoneses, vetar la presencia de perros en los parques, ilegalizar la osteopatía, exigir la incondicional para las palomas y la perpetua para los grafiteros…

A fin de cuentas, la mejor forma de que no respondamos a lo que nos interesa es que se nos pregunte sobre lo que no nos importa.

(Preso politikoak aske)

Bochorno ajeno

A veces se me cruzan los cables y hago cosas insólitas, imprudentes para mi edad como, por ejemplo, tragarme sin pestañear el llamado debate entre Sánchez y Feijóo. Tres horas incluyendo la previa con los analistas valorando las posibles estrategias de los dos aspirantes y si se impondrá el candidato verdeazulado o será el azulverdoso quien obtenga más respaldo. El diseño del “debate”, incluyendo la moderación, solo podía tener sentido si lo que se buscaba, más que el debate, era el show. Es lo que hubo.

Y sí, es verdad, hacía mucho calor para acostarme tan pronto, ya había visto el encierro cuatro veces y, además, el resto de la oferta televisiva, boda del año incluida, era vomitiva, pero en algún momento debí levantarme del sillón y apagar el aparato. No lo hice.

Uno va de progre y el otro de liberal, pero se entienden porque hay una España que los une y un mismo Mercado que los mueve. Seguí oyéndoles gritos especulando cifras que, al mismo tiempo, reafirmaban y negaban entre verdades a medias, embustes al dente y mentiras enteras, interrumpiéndose constantemente como niños malcriados, en un patético show, que no debate, por ver cuántos idiotas intercambian el 23 de julio en las urnas. Aquí lo tenemos claro. Egingo dugu! Bota Ehbildu!

(Preso politikoak aske)

No son emigrantes ni refugiados ni indocumentados

Cada vez que un nuevo naufragio pone en evidencia esos principios éticos de los que suele alardear Europa, los grandes medios de comunicación se conduelen de las tantas vidas perdidas, de las familias rotas, del drama que supone aventurarse en el mar Mediterráneo cuando no es a bordo de cruceros sino de coyucos y pateras.

Hay, sin embargo, un aspecto que pasa desapercibido entre tantas hipócritas crónicas y que explica con dolorosa exactitud el trasiego de embarcaciones atestadas de africanos rumbo a Europa, y ese matiz al que los medios no acostumbran a hacer referencias es que esos emigrantes son nuestros invitados, son la directa consecuencia de las políticas colonialistas que seguimos aplicando a países que usamos como vertederos de residuos tóxicos o a los que hemos arruinados sus campos y costas, saqueado sus recursos naturales, y a quienes quitamos y ponemos gobiernos y les trazamos nuevas fronteras en función de nuestros intereses.

Cada vez que en nombre del progreso, con nuestra indiferencia o nuestros votos, llevamos la guerra a Siria, a Libia, a Palestina… estamos invitando a Europa a quienes hemos despojado de bienes y derechos, pero no como emigrantes, refugiados o indocumentados sino como nuestros invitados.

(Preso politikoak aske)

Una educación de mierda

Nunca hubo una niña en el pupitre de al lado, ni de párvulo ni de bachiller. Nunca hubo una niña que estudiara y jugara conmigo, con nosotros, ni en la escuela ni en el instituto, tampoco en la calle.

Éramos dos mundos separados. Estaban ellas, las que salían por la otra puerta, caminaban por la otra acera y siempre pasaban de largo, y estábamos nosotros, los que venimos de no saber crecer con ellas, torpes y confusos, alardeando de ser más brutos, los que nos quedábamos mirando.

En nombre del miedo, con Dios como testigo y sin más argumentos que el castigo, a niños y niñas se nos enseñaba a extrañarnos, a temernos, se nos entrenaba para desconocernos.

La educación que imponía la dictadura franquista urdida y amasada en conventos y cuarteles, trazaba las conductas y roles sociales que, según el sexo, desempeñaríamos en el futuro, cuando, a salvo del infierno, nos convirtiéramos en hombres de provecho y en mujeres de bien.

Muchos no lograron reconducir las consecuencias y, en cualquier caso, a nadie dejó ileso. Esta sociedad todavía purga el lastre de generaciones enteras taradas en lo afectivo, en lo sexual, en la comprensión de la otra persona.

Una educación que segregue y discrimine en razón del sexo, es una educación de mierda.

(Preso politikoak aske)