(De Gara)Todo acaba por saberse. Ni los jueces tienen nombre ni la justicia apellidos. Ocurre que los jueces, más que preocuparse por su buen nombre, se ocupan de no tenerlo. Tampoco apodos. A fin de cuentas, lo habitual es que los nombres de los jueces queden tras los nombres de los casos.
A los jueces, sin embargo, en su alta investidura, nada los define mejor que las togas con las que visten sus fallos. La más barata, la “Toga Básica”, “liviana, de uso intensivo y fácil cuidado”. Para jueces capaces de congeniar línea y precio, la “Toga Lienza Iure aporta presencia”, (casi preside sola el tribunal), y lleva “cierre de broche delantero”. La “Toga Lienza Gratia, es confortable y aporta distinción”. Como la Iure, también aporta “presencia” aunque por 165 euros, y lleva “vistas y espalda en Raso de Seda Artificial Italiana”.
Queda en catálogo la “Toga Lienza Extra”, la más cara. “Exclusiva, aporta una presencia sin igual”, y resalto el sin igual del caso. Máxima ligereza y resistencia a la arruga.
Y bien, si tampoco nos sirven las togas para nombrar a los jueces, pues que sean las insignias, las medallas, los collares, de los que hay grandes surtidos, y si no, que se les nombre por los birretes, y si tampoco, pues por las puñetas.
(Preso politikoak aske)
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