Por ser mujer

En estos días, en Valencia, un juez consideró como atenuante para un abusador sexual que la denunciante hubiera asistido siendo niña a clases de teatro en la escuela, lo que le habría servido para “dramatizar su declaración”, que así de pernicioso es el teatro y de perversa la mujer.

Años atrás, en Granada, otro juez absolvió a un hombre acusado por su mujer de insultos, agresiones y amenazas porque los hematomas de la mujer “no estaban suficientemente esclarecidos” y porque, además, no le pareció creíble la “excesiva parquedad de la denunciante y su escasísima pasión y grado de convicción”. Días después, aquella mujer, Rafaela Rueda, era asesinada a golpes de azada por su marido, otra vez detenido pero ya no por amenazas contra una mujer parca y poco apasionada y convincente sino por el asesinato de un cadáver elocuente.

Por ser parca o locuaz, por dubitativa o convincente, por insumisa o por obediente… Por ser mujer es que se la discrimina, se la viola y se la mata con la connivencia de una justicia capaz de convertir un intento de asesinato en “maltrato ocasional” o definir como regocijante la violación de una manada. Mientras para las mujeres no haya justicia no habrá justicia para nadie.

(Euskal presoak-euskal herrira/Llibertat presos politics/Altsasukoak aske)

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La naturaleza responde

Los ríos no van a sentarse a conciliar con los arroyos nuevas alternativas a los cauces secos. Tampoco los rescoldos del incendio indemnizarán al monte, como no imagino a las raíces de los recién talados redactando una queja en pública asamblea.

A las vacas locas la psiquiatría les es indiferente tanto como a las aves el ibuprofeno, y no parece probable que esos otros animales llamados “de granja” hayan desarrollado su adicción a la hormona por problemas relacionados con la deserción escolar o un padre maltratador. No es por prescripción médica que el plástico está en la dieta de las tortugas. El deshielo en los polos no se está produciendo porque el hielo, inconforme con su suerte glacial, haya decidido emigrar en caravana buscando un mejor futuro como cubito en el trago de la barra de un bar. Y el clima no es un funcionario veleidoso, doctorado en cambios y con un máster en arbitrariedad genética.

La naturaleza no tiene nada personal contra el progreso humano pero le importan un carajo los virtuosos pretextos con los que la “vida inteligente” justifica el colapso del planeta. La naturaleza, que no necesita mayorías, ni consensos, ni recurrir ante el Tribunal Supremo, solo responde.

(Euskal presoak-euskal herrira/Llibertat presos politics/Altsasukoak aske)

Chaplin

Charles Chaplin, cuyas películas debieran proyectarse por decreto en todas las escuelas y residencias de ancianos, decía que “solo soy, solo sigo siendo una sola cosa: un payaso. Eso me pone en un plano más alto que cualquier político”.

En razón a su modestia, supongo, Chaplin no quiso hacer sangre, que bien pudo explayarse y afirmar, por ejemplo, que un payaso también está en un plano más alto que un rey, que una corte de supremos magistrados o que el general más laureado, que el de payaso es uno de esos pocos oficios imprescindibles sin el que la vida perdería su sentido. Chaplin también decía que el día que no sonríes es un día que pierdes.

Pero los tiempos cambian y con ellos, tal vez porque nunca han disfrutado a Chaplin, todos esos ilustres citados que han proscrito la risa y los payasos y son quienes, ahora, de payasada en payasada, dirigen la triste comedia. Inviolables payasos de sangre azul que representan la bufonada de que “nadie está por encima de la ley”; honorables payasos de sangre cobre que aprecian regocijo en la violación de una manada; y el Cid Campeador en alpargatas y sin sangre que cabalga por los campos de España al bufido de: ¡A mi la legión!

Como payasos también son una mierda y no hacen ni puta gracia. Si no fuera por Chaplin yo habría perdido muchos días, demasiados, porque estos nuevos payasos no dan ni para sonrisa. Tampoco para mueca. Solo dan asco.

(Euskal presoak-euskal herrira/Llibertat presos politics/Altsasukoak aske)

«Campana sobre campana…»

Debe ser que me voy haciendo viejo o, tal vez, que ya entramos en invierno y se acerca la Navidad y con ella los entrañables villancicos y uno se pone nostálgico, pero nunca me había sentido tan feliz al oír un repique de campanas como el que el pueblo de Altsasu hizo tañer el pasado domingo para regocijo de sus vecinas y vecinos. Hasta los siete jóvenes del pueblo que siguen secuestrados por la justicia española las deben haber oído y celebrado en sus celdas.

Yo que, años atrás, tanto me quejaba del estrépito del campanario de la catedral de Iruña, lo que son las cosas, ahora agradezco y aplaudo la música celestial de la iglesia de Altsasu.

Campana sobre campana y sobre campana una… y otra, y otra, y otra, y otra más… Campanas festivas, vigorosas, campanas divinas que se llevaron del pueblo las indeseables visitas de unos cuantos violentos que han hecho de la provocación su oficio y que campan a sus anchas por esa negra y triste España en la que las campanas no repican, solo doblan. A campanazos los echó el pueblo.

No sé si será verdad ese viejo dicho de que la música amansa a las fieras pero lo que se pudo confirmar el domingo en Altsasu es que la música sí ahuyenta a las ratas.

(Euskal presoak-euskal herrira/Llibertat presos politics/Altsasukoak aske)