Se busca un socialista

Suerte que mis hijas no prestan atención a los informativos. Si lo hicieran, probablemente, acabarían aborreciendo una de sus más grandes virtudes: hacer preguntas.

Y es que “preguntar”, que también es el mejor aliado con que pueda contar el conocimiento, según Marcelino Iglesias, secretario de Organización del PSOE, “transmitiría incertidumbre a quienes queremos transmitir certidumbre”.

En ello se basa su partido para negarse al referéndum en la reforma constitucional que se proponen junto a sus aliados populares. Y de ahí su rechazo a conocer la opinión de la ciudadanía y, aún peor, a respetarla, porque “trasmite incertidumbre”.

¿Alguien recuerda aquella vieja cancioncilla que popularizara Jarcha… “habla pueblo, habla” tan habitual en los viejos programas de quienes hoy, versión actualizada, proponen “calla pueblo, calla”?

¿Y a quién crea incertidumbre que la ciudadanía hable? Iglesias, en su intervención ante los medios, se refería a ellos por su nombre: “Creemos que no es una claudicación ante los mercados”. Los mismos mercados, por cierto, que decidieron la reforma constitucional atendida y satisfecha sin mayor dilación. También Iglesias aclaraba la urgencia de la reforma: “Lo primero era actuar, lo siguiente es explicar”.

Bernard Shaw decía que “cuando un estúpido hace algo que le avergüenza siempre dice que cumple con su deber”. Iglesias, como no es un estúpido, prefiere que sea la nación la que cargue con la desvergüenza: “España es un país serio que va a cumplir con sus obligaciones.”

Tantos años la ciudadanía exigiendo las imprescindibles reformas a una constitución surgida de un parto prematuro y enmohecida en su inmovilismo, con el paso de los años, hasta el agotamiento,  para venir ahora a saber que equivocamos el destino de nuestros reclamos, que la sede de quien asegura ser el Estado que nos gobierna es Bruselas, y que los partidos que dicen ser nuestros representantes, son los mercados.

El resto, no son más que intermediarios a los que, cada cuatro años, se nos permite confirmar en el oficio.

En una crónica de El País y bajo el sorprendente título de “Sorpresa en el PSOE”, se refiere la pesadumbre de un dirigente del PSOE de quien no publica el nombre, por razones obvias,  pero a quien bien podríamos llamar “El Desasosegado”, y que en su improvisada oda al desasosiego declaraba: “Son días muy difíciles, yo lo estoy pasando fatal. Me crea mucho desasosiego tener que apoyar esta reforma… pero lo haré porque más desasosiego me crea no respaldar al partido”

De más está decir que se trata de un dirigente aficionado a la literatura y, por cierto, de muy mala calidad, porque a otro sin esas veleidades, más que desasosiego le habría dado vergüenza. Y sospecho que, además, también debe tratarse de un dirigente joven, porque si fuera veterano ya estaría curtido en desasosiegos: la OTAN, Filesa, el GAL, la tortura, las cloacas, las guerras humanitarias, la jubilación octogenaria… De todas formas, le auguro un prometedor futuro en su partido y en la literatura.

Prueba de que semejante fervor no se limita al caso de El Desasosegado, la crónica periodística insistía en la necesidad que tiene Rubalcaba de “convencer a los más desconcertados”, que no a los más avergonzados,  aunque “a  algunos les parezca una renuncia a su ideología en pro de los mercados”, si como quiera, sólo lo parece.

Apuntaba la crónica que, Guillermo Fernández Vara, expresidente de Extremadura,  va a pedirle a Rubalcaba que haga un «ejercicio de pedagogía» para explicar la reforma.

Y aquí ya no cabe hablar de simples aficionados a las letras sino de consumadas glorias destinadas al Parnaso. Y es que no cualquier poeta, por más inspirado que ande y musas que le ronden, es capaz de traducir al euro las “razones de peso” a las que se refería la portavoz del PSOE extremeño, Ascensión Murillo, y “hacer posible que los españoles entiendan la medida”, una gravísima medida, urdida en dos semanas a solicitud de los mercados, sin debate ni consulta.

De la Rocha, diputado socialista, recordaba que Rubalcaba está ya en campaña y, precisamente, prometiendo una mayor cercanía a la calle, “cuando muchos ciudadanos se despegan de la política porque la política se despega de ellos”.

Otro aficionado a las bellas artes que, aunque afina mejor, todavía no se ha enterado de que no son “despegados” sino “indignados” los que toman las plazas, y no para repudiar la política sino a los políticos, especialmente, a quienes de la mano se disponen a ejecutar la reforma constitucional.

Y para cerrar la crónica, la noticia de que seis mil militantes del PSOE, agrupados en una plataforma que se denomina “Nuevo Socialismo” denuncian que “el PSOE no es los dirigentes del partido, sino que estos deben canalizar la opinión de las bases”. Y las bases, añaden “han votado un programa de izquierdas y quieren un programa de izquierdas”

Por si no bastara con los tantos dirigentes y militantes desasosegados y desconcertados, entre la incertidumbre y la certidumbre que amenaza al PSOE, un brote repentino de candidez multiplica el número de ilusos.

Se busca un socialista.

 

«Mundo insólito»

Esa era el nombre que, años atrás, encabezaba en algunos medios de comunicación las noticias insólitas que, por su carácter,  no cabían en ninguna sección del periódico y que, generalmente, acompañaban el crucigrama o la cartelera.

De un tiempo a esta parte, sin embargo, como otro síntoma más de lo que ha cambiado el mundo y el periodismo, aquellas insólitas crónicas se han vuelto tan constantes, tan comunes, que han terminado por desbordar la sección que les sirviera de refugio e, incontenibles, se desparraman gozosas por todas las secciones sin respetar prestigios ni linajes, avasallándolo todo. Hasta en las portadas empieza a ser habitual encontrarte con ellas.

En estos días, por ejemplo, nos hemos enterado de que en Estados Unidos una camarera negra de origen africano asaltó en el hotel en el que trabajaba a un sexagenario trabajador francés que, por motivos laborales, se encontraba alojado en ese establecimiento, y sin que el pobre hombre pudiera evitarlo, además de algunas contusiones, le infirió una felación de la que, afortunadamente, el hombre pudo recuperarse ya que, en un descuido de la violadora, logró escapar de la habitación y del hotel y ponerse a salvo en un avión. Increíblemente, por no ofrecer su testimonio credibilidad alguna, la querella presentada por el trabajador francés contra la violadora no ha prosperado y la camarera ha sido descargada quedando en libertad.

Casi en los mismos días, un anciano que asegura ser el representante de Dios en la Tierra y que se hace llamar Benedicto XVI, denunció públicamente que “hay algunos hombres que se creen Dios”.

Y en las mismas fechas, el segundo entrenador del Barcelona CF, Tito Villanoba, agredió con su ojo izquierdo el dedo anular de la mano derecha de José Mouriño, entrenador del Real Madrid, luego de que el  portugués estuviera a punto de ser agredido por el jugador catalán Cesc quien, desde el suelo, hizo ademán con su cabeza de pisar el pie derecho del técnico madridista.

Sólo de insólito puede calificarse el hecho de que una jueza de Florida haya condenado al Estado cubano a indemnizar con 1.940 millones de dólares al ganster Gustavo Villoldo por haber supuestamente expropiado bienes a su familia y hasta haber pretendido matarlo. Villoldo, de origen cubano, fue miembro del ejército de los Estados Unidos y agente de la CIA  y, entre otros desmanes y atentados, participó en la captura y asesinato de Che Guevara de quien llegó a subastar y vender un mechón de pelo por 69 mil dólares a un acaudalado tejano.

E insólito es que sesenta y tres años después de que Naciones Unidas dividiera Palestina en dos y aprobara la constitución de los estados israelí y palestino, la ministra española de Asuntos Exteriores haya declarado que “es hora de reconocer el estado palestino”. Podrá parecer un tanto tardía la declaración dado que todos los años que tiene como estado Israel son los que lleva Palestina esperando que se cumpla aquella vieja resolución, pero irrespetar resoluciones de Naciones Unidas es una vieja e impune tradición israelí, y haber perdido la memoria una sana costumbre española. Cualquier día la ministra nos sorprende con otra nueva luminosa idea: “Es hora de reconocer el estado saharaui”.

El Caribe ha desaparecido. Esa es al menos la insólita conclusión a la que uno llega luego de escuchar en algunos canales de televisión el peligro que entraña el huracán Irene. Con excepción de Puerto Rico, a la que se alude para resaltar las consecuencias que el fenómeno natural dejó a su paso por la isla, la siguiente preocupación para el periodista es la próxima llegada de “Irene” a las costas estadounidenses. Desaparecieron del mapa República Dominicana, Haití, Bahamas… Hasta hace poco, a esos países caribeños les quedaba el consuelo de convertirse en noticia cada vez que un huracán o un terremoto se tropezaba con ellos. Ya ni eso.

Y porque también en la sección de Económicas las noticias “insólitas” se han multiplicado, de insólito puede definirse la ley por la que en el Estado español, la edad para el contrato de formación se va a ampliar hasta los ¡30! Años. Cada vez van a ser más frecuentes los anuncios de prensa solicitando “aprendiz con experiencia”.

Y mira por donde, el prestigioso Royal Bank of Scotland, que recientemente era intervenido para ponerlo a flote con dinero público y que se dispone a despedir a 2 mil trabajadores por aquello de la crisis, anda pagando salarios de hasta medio millón de euros al año y no precisamente al gerente y corte ejecutiva para los que se supone mayores dispendios.

A este paso, la única posible noticia que va a tener derecho y sentido para figurar en mayúsculas en la olvidada sección de “Mundo Insólito”, será esa que hable de un pueblo, absolutamente indignado, harto de tantos impunes ladrones, ensacados delincuentes y demás canallas, que en un gesto de suprema lucidez, comienza, por fin, a repartir patadas.

Por cierto, paradojas del insólito mundo, en Chile, los maestros son los estudiantes, los únicos en aquel manicomio por acciones que no han perdido la razón.

 

Dios existe

La primera prueba de su existencia la tuve hace algunos años, cuando Fidel Castro enfermó y, en Miami, la gusanera salió a la calle festejando la grave dolencia del dirigente cubano y celebrando anticipadamente su muerte a la espera de que Dios la complaciera: ¡Que muera el dictador, que muera el dictador!
Y Dios los complació. Días más tarde moría Alfredo Stroessner.
No cesaron en Miami de reclamar la gracia divina, matizando, eso sí, que no era el dictador paraguayo a quien querían muerto sino al otro, al hijo puta.
Y Dios volvió a complacerlos. Días más tarde moría Pinochet.
La segunda prueba de que Dios existe la tenemos todos los años en Semana Santa, cuando la lluvia impide los cortejos de la Macarena, de las Siete Palabras o del Jesús del Gran Poder ante la desolación de nazarenos, manigueteros, pertigueros, acólitos, fariseos, palmeros, portaestandartes, flagelados, crucificados, caballería, soldados romanos y pueblo de Belén en general, turistas incluidos, que en lugar de aceptar la lluvia como penitencia y empaparse una vez al año de meas culpas, que al fin y al cabo también llovía en el Calvario, insisten en que sus oraciones sean atendidas por Dios y que el sol haga posible la indescriptible emoción contenida durante un año, ese fervor popular que levanta los pasos bajo cuyos faldones corre el aguardiente tanto como la cera por las calles.
Tan acostumbrados como están a encontrar en el buen tiempo pruebas de la voluntad divina, no entiendo porqué no se les ocurre considerar, también, como señal divina los aguaceros en esos días, porque tantas húmedas circunstancias como han venido acompañando las procesiones sólo pueden ser indicio de que Dios existe y, además, se ha cansado de que se tome su nombre en vano apelando al sabotaje del agua como forma de expresar su indignación, de que Dios no quiere penitentes descalzos ni envenenadas saetas, que no acepta que se suban los precios de las sillas y los palcos, ni la sobreventa de balcones y terrazas, o el llamado “Rito de los Caramelos” que promueven las hermandades en su página wep, que Dios ya está aburrido de tanta mojiganga y cofradía, de tanto capirote, de tanta hipocresía, de tanta vela en tan ajeno entierro, que Dios, simplemente, ya está harto de que sigan perpetuando la pasión de su hijo como turístico reclamo de vulgares mercaderes.
La tercera prueba de la existencia divina la he tenido ahora, en estos días, cuando después de anticipar más de 40 grados de infierno durante todo el día a la muchedumbre que esperaba al Papa, debiendo ser atendidos más de un centenar de peregrinos por lipotimias, ya en la noche, casi coinciden Rouco Varela, que estaba de cumpleaños, el Papa y la lluvia.
“Dios nos manda sus bendiciones en forma de lluvia” declaró el Papa debajo del paraguas para consuelo de los asistentes.
Y Dios, que también lo oyó, no quiso desmentir al Papa ni dejar sin regalo el cumpleaños del cardenal y desencadenó todas las bendiciones que le quedaban en forma de vendaval llevándose por delante el solideo papal y derribando la cruz de las JMJ.
El impresionante diluvio tumbó carpas, provocó varios heridos y creó el pánico, llegando a dañar, según leo en los medios, 600 mil hostias que habrían de engullirse al día siguiente. “Que ninguna adversidad os paralice” aún tuvo tiempo de agregar el Papa antes de interrumpir su discurso.
Y sí, Dios existe y, además de cubano, trabaja como meteorólogo.

Ofertas celestiales

En lo que constituye una verdadera ganga, Rouco Varela, cardenal arzobispo de Madrid, ha concedido durante la Jornada Mundial de la Juventud que se celebra en la capital española con la presencia de Ratzinger, alias Benedicto XVI, la facultad de remitir la excomunión por aborto a los fieles que acudan y se muestren verdaderamente arrepentidos de su pecado, para que alcancen “los frutos de la gracia divina que les abra las puertas de una vida nueva”.
Como acto de contrición y dado que no puedo desplazarme a Madrid, ofrezco en penitencia por mi prolongada vida como pecador esta dulce canción de cuna en la esperanza de que alcance mi perdón:
Mi mamá me mima, mi papá me ama, y el niño Jesús me espera en la cama
Mi mamá me mima, mi papá me ama, me puse a jugar y ahora estoy preñada.
Mi mamá no entiende, mi papá se calla, yo quise abortar, me echaron de casa.
Mi mamá me mima, mi papá me ama, y el niño Jesús aún sigue en la cama.
Y por si acaso no alcanzara mi esfuerzo arrepentido el perdón que ansío, ofrezco también en penitencia este conmovedor soneto irregular de mi autoría.

Amén
Por si acaso un espíritu piadoso amase mi sacrílego extravío hasta el punto de obviar mi desatino e implorar mi perdón ante el glorioso
E insistiera, por necio o por devoto en redimir mi loco desvarío procurando la gracia a mis delitos por concitar contra la Iglesia el odio
antes de que el Santísimo me absuelva y su indulgencia redima mis pecados en pleno uso de razón suscribo
cagarme en el vicario de la Iglesia hasta llenar de mierda el Vaticano, de mierda por los siglos de los siglos.

No hay falta de previsión

Se equivocan quienes acusan a Scotland Yard de falta de previsión luego de que sus policías asesinaran en las calles de Tottenham a Mark Duggan, uno de sus vecinos y padre de cuatro hijos porque, realmente, Scotland Yard sí había previsto las consecuencias de su crimen: ninguna.
Al fin y al cabo, esa previsión se sostenía en una habitual práctica de la que, ocasionalmente, el mundo tiene noticias.
Años atrás, Charles de Menezes, un brasileño al que la misma policía confundiera, supuestamente, con un terrorista, fue asesinado de siete disparos en la cabeza en el metro londinense. La agente que comandara el asesinato, Cressida Dick, no sólo fue absuelta de cualquier cargo criminal, junto a quienes participaron en el hecho, sino que, incluso, fue ascendida.
Hace un par de semanas estallaba en Inglaterra uno de los escándalos más clarificadores del orden que disfrutamos y que desnudaba en sus más íntimas miserias al gobierno inglés, a los medios de comunicación y a la propia policía británica. A pesar de la podredumbre que el escándalo ponía de manifiesto, tras algunos escarceos en los medios, dimisiones, ceses y un asesinato sin aclarar, el del periodista inglés Sean Hoare, las aguas volvieron a su cauce y la amnesia a los titulares para que todo siguiera discurriendo sobre las mismas nauseabundas prácticas, las de unos estados delincuentes cuya única previsión es creer que la impunidad, que de tanto reiterarse se ha convertido en una tradición, va a seguir arropando sus crímenes, sea en Inglaterra o en cualquier otro paraíso democrático.
Probablemente, el ex presidente tunecino Ben Ali, tampoco había previsto que el suicidio de Mohamed Bouazizi, joven vendedor ambulante, acabara llevándolo al exilio. Supuso que aquella desesperada decisión de uno de sus muchos exasperados súbditos tal vez ni alcanzara el rango de noticia en alguna perdida sección de los medios del país que controlaba. Había tantos precedentes impunes que no podía equivocarse… pero se equivocaba. Y otro cercano presidente, el egipcio Mubarak, en absoluto pudo imaginar que fuera a alcanzarle la imprevista ola de indignación que estallara en Túnez… pero también erraba sus previsiones.
A los delincuentes que gobiernan los mercados y decretan hambrunas continentales, que desde sus confortables despachos disponen la miseria general, que revisan y deciden las agendas de la paz y de la guerra del día que aún no es y ponen hora a la vida y a la muerte que será, tampoco se les puede acusar de falta de previsión. Saben lo que hacen. Lo han sabido siempre. Simplemente, no les importa la suerte que pueda correr la humanidad y se amparan en su secular impunidad, única previsión de la que son capaces, para seguir asfixiándola, reduciéndola, para seguir conduciéndola al carajo.
A quienes desde sus todavía confortables hogares sostienen con sus votos y adhesiones la demencia de un sistema criminal cuya gestión aún es capaz de poner en sus manos un vehículo nuevo, un televisor más grande y hasta las soñadas vacaciones caribeñas con que recompensar su indiferencia, tampoco se les puede echar en cara su falta de previsión. Saben lo que votan. Lo han votado siempre. Ocurre que les trae al pairo los riesgos que implica el negocio de la energía nuclear mientras la falta de previsión no contamine su salario, como no les quita el sueño el negocio de la industria militar mientras no sean sus hijos los que pisen una mina.
Mark Dugan no ha sido la causa sino el detonante de esas otras expresiones violentas a las que los expertos en violentar derechos no parecen acostumbrarse. Cameron lo sabe y, precisamente, por ello se precipitaba a negarlo: “Lo que está pasando nada tiene que ver con los recortes sociales”.
Han transformado al mundo en una selva y ahora dicen sorprenderse de que el mundo se les haya llenado de animales capaces de acribillar a tiros a decenas de jóvenes noruegos sólo para redimirlos del peligro ajeno.
Lo peor, sin embargo, no es que sigan creyendo y apostando porque la impunidad de su violencia los vuelva inmunes a sus consecuencias. Lo peor es que esa es su única previsión y, temo, también va a ser la última, porque cuando el mundo estalle y nos vayamos a la mierda… a ese viaje vamos a irnos todos, sin excepción alguna.
Y sí, es verdad que no es el mejor destino para el género humano ni tenemos ganas de emprender semejante travesía, pero al menos será un consuelo la compañía.