Mis hijas son inclusivas

Es una pregunta común y habitual a la que yo también respondo: ¿Usted tiene hijos? Pues no, no tengo hijos. Tengo hijas. Y cuando estoy con mis tres hijas, no somos nosotros quienes estamos sino nosotras las que somos, las cuatro.

Según la machirula real academia de la lengua, esa que “limpia, fija y da esplendor”, no importa que sobre el escenario haya una docena de niñas, la sola presencia en una esquina de un niño de espaldas ya es suficiente razón para que el pie de foto hable de “ellos”, de los “niños” en escena. Cuando España ganó el mundial de fútbol femenino, Jorge Vilda, ex entrenador de las 23 jugadoras, gritó eufórico: ¡Somos los campeones del mundo! Veintitrés mujeres se convertían en “los campeones” para que el entrenador se evitara la vergüenza de pasar por “campeona”.

Una niña no siempre sabe si se habla de ella cuando se habla de “niños”, una mujer no siempre sabe si se habla de ella cuando se habla de “hombres”, y el “contexto” no siempre aclara las dudas.

Aunque la gramática me repruebe, es ella la que tiene el problema, no yo, y así el lenguaje inclusivo les resulte intolerable yo no voy a desaparecer a mis hijas ni a ignorarlas para ayudar al castellano a resolver sus viejos problemas con el género.

(Preso politikoak aske)

Sutilezas verbales

Admirable la habilidad de algunos periodistas eligiendo verbos para desandar la historia y hacer de la memoria un descosido.

Decir que el gobierno de los EEUU, simplemente, alentó, animó o cualquiera de los tantos sinónimos que reduzcan su responsabilidad al papel de un hincha que empuja a su equipo en la Super Bowl de Chile de 1973, ofende a uno hasta como ignorante.

Por aquel entonces las sedes de gobierno de los países latinoamericanos residían en las respectivas embajadas y agencias de los EEUU. Nada se movía, excepto Cuba (aprovecho para mandarle un beso) sin permiso de los “americanos”. Muchos “palacios nacionales” aún son parte de la escenografía.

El día en que Allende fue elegido también comenzó a girar la tuerca y a fraguarse el golpe. La mano de obra asesina la aportaron los cuarteles chilenos, los aplausos los puso la burguesía nacional, la Iglesia su tradicional saber estar… pero el “padrino” estaba en la “embajada”.

Lo dejó dicho Henry Kissinger, siniestro secretario de Estado y terrorista con rango de nobel de la paz al que todavía se espera en el infierno: “no podemos permitir que un país se haga comunista porque su pueblo se vuelva irresponsable”. Kissinger se ocupaba entonces de restaurar la sensatez en los chilenos.

(Preso politikoak aske)

¿Cuál es el problema?

¿Y a qué tanto insistir en que la constitución española es una losa de mármol que esculpió personalmente Dios hace algo más de 40 años? Toda constitución, hasta la manoseada española, se debe a la sociedad, no la sociedad a ella, y no es un texto sagrado sino un conjunto de normas generales de convivencia que se da la sociedad y que, conforme los años pasan y la sociedad cambia, se reforma. No sería la primera vez.

¿Y a qué viene este alboroto porque se demande la amnistía para los condenados en el proceso catalán que lo único que hicieron fue sacar las urnas a la calle porque, decían los nacionalistas españoles que “sin violencia todo es posible”? Tampoco sería la primera vez ni del único tipo. Hace diez años ya hubo una amnistía, en este caso fiscal, la cuarta en “democracia”, conocidas como “regularizaciones fiscales” para que las grandes fortunas pudieran seguir evadiendo impuestos impunemente.
Si de algo se puede acusar a Puigdemont y a Junts per Catalunya es de haber sido demasiado cautelosos exigiendo sólo la amnistía, porque derecho tienen los catalanes a demandar la cárcel por prevaricadores para Llarena, Marchena y demás supremas togas de una podrida justicia española que debiera disolverse empezando por la “segunda sala” y todos los honorables magistrados que “desde atrás afinan” las sentencias.

(Preso politikoak aske)

Inquietudes olfativas

Inquietudes olfativas

Koldo Campos

Los olores también responden a su clase social. El ayuntamiento de Madrid, de hecho, va a reformar los cubos de basura de la ciudad pero solo en los barrios ricos. Almeida no quiere malos olores en el barrio de Salamanca y en otros ilustres distritos de la capital de España. A los demás… que les den.

Y me pregunto si existe alguna ley que regule y sancione la intromisión en el olor ajeno, si pagan impuestos los olores, si es aceptable el olor en defensa propia. ¿Qué porcentaje del olor que percibimos es nuestro y cuánto ajeno? ¿Existe la incompatibilidad de olores? ¿Podrían darse casos de olores condenados a prisión permanente y revisable? ¿Cuántos olores hacen falta para formar una federación española de fútbol? ¿Cuántos más para constituirse en tribunal supremo de justicia? ¿A qué hiede la justicia española, prófuga de la justicia? ¿Es posible reciclar los olores? ¿Qué olor se lleva ahora, cuál está de moda? ¿Tendrán los olores derecho a pensión? ¿Será verdad que hay olores para todas las edades, entrepiernas y sobacos? ¿Huelen más los pactos que las investiduras? ¿Todos los eméritos apestan? ¿Por qué los olores no compiten en las Olimpiadas junto a los demás sentidos? ¿Por qué en lugar de ojearlos, no se huelen los periódicos? ¿En olor de santidad se huele menos? ¿En olor de multitud se huele más? ¿Y en olor a chamusquina? ¿A cuánto se cotiza el olor a Jabugo? ¿Tienen derecho a voto los olores?

Ignoro si es cierto aquello de que “quien con mierda trasiega algún olor se le pega” pero, en cualquier caso, nunca más volveré a leer el periódico en el retrete.

(Preso politikoak aske)