Mensajes que se las traen

Mensajes que se las traen

Koldo Campos Sagaseta

Y no hablo de los mensajes publicitarios, que también se las traen, sino de los que aparecen en las redes, a veces, en formato de reflexión grandilocuente, incluso, con tintes filosóficos, y con un soporte gráfico adecuado, sobrio pero solemne. Entre tantos, hay uno que siempre vuelve, como si estuviera programado para que así ocurriera y al que, al margen de las observaciones que le hago en las redes cada vez que me lo encuentro y que no siempre aparecen, hoy me gustaría compartirlo en la columna. Tiene un tono algo apocalíptico en su bíblica sentencia pero, más que el tono, le reprocho su interesada torpeza, cuesta creer que no lo sea, a la hora de exigir responsabilidades: “Todos éramos humanos hasta que la raza nos desconectó, la religión nos separó, la política nos dividió y el dinero nos clasificó” pero no es así. La raza no nos desconectó, nos desconectó el racismo; la religión no nos separó, nos separó el fanatismo; la política no nos dividió, nos dividió la intolerancia; el dinero no nos clasificó, nos clasifica el capitalismo. Y no, el sexo tampoco nos desunió, nos desconectó, nos separó, nos dividió o nos clasificó. Lo hizo el patriarcado.

(Preso politikoak aske)

Memorias del pasado

De joven oía decir que cuando desapareciera el Pacto de Varsovia desaparecería también la OTAN en la mutua comprensión de mejor abogar por la distensión, el diálogo y la paz. Hace treinta años que desapareció el Pacto de Varsovia. La OTAN no solo no desapareció sino que ha seguido armándose y creciendo.

También oía decir que mientras existiera la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) la OTAN era imprescindible para nuestra defensa, y había que instalarla, incluso, frente a todas las puertas de tu enemigo para hacer posible la distensión, el diálogo y la paz. Hace 30 años que se desintegró la URSS, y la OTAN ha seguido armándose y creciendo.

También recuerdo haber oído que había 50 razones para salir de la OTAN y que, “de entrada”, había que decirle no a la banda armada a la que, de salida, un sonrojo más tarde comandaban y un bochorno más lejos presidían, obviamente, por aquello de la distensión, el diálogo y la paz. Y la OTAN ha seguido armándose y creciendo.

Y tampoco olvido que en el País Vasco, una amplia mayoría que dobló con creces el voto positivo, dijo que no a la OTAN para que fuera cierto el derecho de los pueblos a vivir en paz. Y la OTAN sigue ahí armándose y creciendo y, por imperativo legal, nosotros dentro, en aras de la distensión, el diálogo y la paz.

(Preso politikoak aske)

¿Quién promueve el aborto?

Si hay una institución que, fuera o no su propósito, ha venido fomentando el aborto a través de la historia, esa es la Iglesia Católica que, además de oponerse a la educación sexual en las escuelas, rechaza los métodos anticonceptivos.

En muchos países en los que la Iglesia es parte del Estado, así ejerza por delante o por detrás, su rechazo a la educación sexual y a los preservativos tiene mucho que ver con los miles de embarazos no deseados que terminan en abortos, se toleren o se prohíban.

Si la juventud tuviera el debido conocimiento sobre la sexualidad que la Iglesia le niega, y dispusiera, para evitar los embarazos no deseados, de los métodos anticonceptivos que la Iglesia le prohíbe, se reduciría el número de abortos.

No es el caso. Son decenas de miles las mujeres, siempre pobres, que pierden la vida al abortar; tantas como niñas, también pobres, convertidas en madres.

La Iglesia tiene siglos haciendo de la fiesta del sexo una velada infantil y convirtiendo uno de los disfrutes más humanos, así fuera un don divino para este valle de lágrimas, en una mundana perversión. Y bien lo sabe la Iglesia y sus tantas eminencias pederastísimas que contravienen la voluntad de Dios negándose a crecer y multiplicarse y hacen virtud de la castidad mientras pueblan el calendario de hijos sin padres.

(Preso politikoak aske)

No hablo de fútbol

Los dueños del equipo y del negocio, cuando supieron que solo jugaban once, decidieron limitar la plantilla a esos once jugadores ahorrando gastos y multiplicando beneficios. Cuando se rompió el tobillo el delantero centro y se produjo la primera baja, se le pidió al otro punta que se desdoblara en el ataque, que hiciera horas extra. Había que sacrificarse por bien de todos, por bien del equipo y, al lesionarse el punta que quedaba, se les pidió a los del medio campo que doblaran sus turnos. Se requería un esfuerzo extra que compensara las bajas. Más tarde vino la expulsión del lateral derecho y se dispuso entonces una defensa de tres durante las jornadas en que cumpliera su sanción pero, justo cuando el expulsado se reincorporaba al equipo, las desgracias nunca vienen solas, recayeron de sus lesiones musculares un centrocampista y el portero por lo que el lateral que quedaba tuvo que ponerse los guantes. Solo quedaban cuatro jugadores disponibles que, además de vender las entradas, lavar sus uniformes y limpiar los vestuarios, encima tenían que tratar de ganar el juego cuando, de improviso, llegó la pandemia, la excusa perfecta para que los dueños del negocio justificaran su pésima gestión y resultados. Y no, no estoy hablando del negocio del fútbol, aunque lo parezca, sino de negocio de las residencias de mayores.

(Preso politikoak aske)

Europa y los principios

“Estos son mis principios pero, si no le gustan, tengo otros”. Se atribuye a Groucho Marx este gracioso estriptis ético que, aunque tiene decenas de años, nos sigue retratando como sociedad.

La Comisión Europea ha sido la última en tomar el relevo del genial actor y escritor. Si en mayo del 2020 proponía una estrategia común sobre biodiversidad que hiciera frente al cambio climático, protegiera los recursos del planeta y beneficiara a la gente, refrendando tantas nobles intenciones con un pacto verde continental que, se supone, pusiera de manifiesto lo que es Europa capaz de hacer en su lucha contra el cambio climático y por un futuro sostenible, la Comisión Europea ha comenzado el año, al igual que Groucho pero sin ninguna gracia, recordándonos que esas eran sus propuestas pero, como no les gustaban a los lobbys nucleares, tiene otras. Por ejemplo: extender el certificado de energía verde a la nuclear y al gas natural. Problema resuelto. Se cambia la etiqueta y todos contentos. Seguimos defendiendo como el primer día el compromiso con la Europa verde solo que, a partir de ahora, será verde la energía nuclear, orgánico el cigarrillo, sostenibles los vuelos sin pasajeros, ecológicas las sodas con burbujas, complejos medioambientales los vertederos, y vegana la carne de vaca y cerdo de macrogranja.

(Preso politikoak aske)