Para deshilvanar lágrima por lágrima toda la miseria de la soledad y evitar que la nostalgia nos termine asfixiando, y volver a la vida aunque la pena nos muerda los sentidos y el dolor nos mienta la sonrisa, solo se necesita la mano de un amigo y tapones en los oídos, pero si ya se ha ido el que siempre… “y mira que te lo dije, que te lo he venido repitiendo, que todavía no era tiempo, que no era posible, que era mejor esperar, que no resolvía nada, que a nada conducía, que no eran compatibles, que no debiste hacerlo, que qué van a pensar, que no era conveniente, que has vuelto a reincidir, que cómo no pensaste, que mira a ver qué haces, que quizás más adelante, que ya te lo advertí, que no me hiciste caso, que no escuchas a nadie, que has sido imprudente, que has vuelto a equivocarte, que cómo no previste, que ya de nada sirve, que de nuevo has fallado, que has vuelto a las andadas, que cómo te atreviste, que sigues en las mismas, que hay que saber callarse, que no valía la pena, que te ha vuelto a pasar, que no tienes disculpa, que fuiste muy indiscreto, que qué van a decir, que no pones de tu parte, que no hay quien te comprenda, que todos te lo han dicho, que no cambiarás nunca…” entonces puedes prescindir de los tapones.
(euskal presoak-euskal herrira)