Inquietudes olfativas
Koldo Campos
Los olores también responden a su clase social. El ayuntamiento de Madrid, de hecho, va a reformar los cubos de basura de la ciudad pero solo en los barrios ricos. Almeida no quiere malos olores en el barrio de Salamanca y en otros ilustres distritos de la capital de España. A los demás… que les den.
Y me pregunto si existe alguna ley que regule y sancione la intromisión en el olor ajeno, si pagan impuestos los olores, si es aceptable el olor en defensa propia. ¿Qué porcentaje del olor que percibimos es nuestro y cuánto ajeno? ¿Existe la incompatibilidad de olores? ¿Podrían darse casos de olores condenados a prisión permanente y revisable? ¿Cuántos olores hacen falta para formar una federación española de fútbol? ¿Cuántos más para constituirse en tribunal supremo de justicia? ¿A qué hiede la justicia española, prófuga de la justicia? ¿Es posible reciclar los olores? ¿Qué olor se lleva ahora, cuál está de moda? ¿Tendrán los olores derecho a pensión? ¿Será verdad que hay olores para todas las edades, entrepiernas y sobacos? ¿Huelen más los pactos que las investiduras? ¿Todos los eméritos apestan? ¿Por qué los olores no compiten en las Olimpiadas junto a los demás sentidos? ¿Por qué en lugar de ojearlos, no se huelen los periódicos? ¿En olor de santidad se huele menos? ¿En olor de multitud se huele más? ¿Y en olor a chamusquina? ¿A cuánto se cotiza el olor a Jabugo? ¿Tienen derecho a voto los olores?
Ignoro si es cierto aquello de que “quien con mierda trasiega algún olor se le pega” pero, en cualquier caso, nunca más volveré a leer el periódico en el retrete.
(Preso politikoak aske)
