Vida social

Cuando vives en una residencia de mayores que, como la de Azkoitia (San Jose Egoitza), es un geriátrico y, además, no está en Azkoitia, haces más vida social en el pueblo sentado en un banco frente a la biblioteca municipal esperando al urbano, que en tu habitación de la residencia. Por delante del banco siempre pasan vecinos y amigos a los que saludar, con los que hablar un rato, con tiempo, incluso, hasta para sentarse.

Siete veces al día, va y viene el urbano entre la residencia y el pueblo, así que, si se te escapa el de la vuelta, pasas hasta más de una hora en el banco.

Lo bueno de la espera es la vida social que haces, porque por el banco pasa la gente. Por la residencia no se pasa, hay que ir, allá arriba, camino de Laja.

A las 7:10 de la tarde sale el último urbano hacia la residencia y termina mi vida social. Si quieres ir al cine, al teatro, a cualquier concentración popular por una hermosa causa, las opciones son tres: recurrir a un taxi, que cuesta 35 veces más que el urbano; apelar a los amigos y arriesgarte a quedarte sin ellos; o hacer autoestop, atento a que no se te agote la batería de la mochila de oxígeno que cargas. En fin, terminas haciendo lo que los demás residentes, aceptar el destierro y no bajar al pueblo.

(Preso politikoak aske)

Lo dice su Biblia

Según las Naciones Unidas, 86 periodistas fueron asesinados el pasado año en el mundo. En lo que va del presente año, solo en Gaza, son más de 40 los periodistas asesinados por el régimen israelí en poco más de un mes, algo así como un periodista diario, lo que aún hace más incomprensible la insistencia de los medios en enviar corresponsales a Gaza y exponerlos a la muerte, cuando puedes informar desde Jerusalén y, sobre todo, aprovechar los servicios de la mayor agencia de información que hay en la zona y que, también, es la única que tiene permiso para informar: el ejército israelí.

Todos los días, esa uniformada “agencia” informa a nuestros medios para que copien y repitan que debajo de todos los hospitales bombardeados se esconde el enemigo; que también se oculta entre los pupitres de las escuelas de Gaza o en las propias oficinas y centros de la ONU; que Israel tiene derecho a defenderse de los pueblos que invade y ocupa; que sus colonos tienen la obligación de proteger las tierras y casas que roban; que la muerte de “animales humanos” cuando se les priva de agua, comida, o se les bombardea por huir o por quedarse, es un daño colateral inevitable; que esos miles de niños y niñas asesinadas, de no prevenirse ahora, podrían terminar creciendo y hasta convertirse, dentro de unos años, en una amenaza para la seguridad de su régimen. Lo dice su Biblia.

(Preso politikoak aske)

El otro holocausto

(De Gara)¿Se imagina seguir en vivo y en directo la gasificación de judíos? ¿Asistir todos los días, a todo color, al exterminio de judíos en las repletas duchas de un enorme campo de concentración? ¿Se imagina, el gas saliendo de las alcachofas de las duchas que cuelgan del techo, noche tras noche, mientras miles de judíos cercados, presos, se van derrumbando muertos, unos sobre otros? ¿Se imagina a la comunidad internacional sugiriendo a las SS respetar derechos y convenciones internacionales, o moderación en el uso del gas, una tregua, un alto al gas humanitario para socorrer hoy a los que mañana serán gasificados? ¿Se imagina a los aliados reconociendo que la Alemania nazi que, por supuesto, tiene derecho a defenderse, debe guardar, además de las formas, la proporción de sus respuestas? ¿Qué, tal vez, seis millones de judíos asesinados sean una proporción excesiva, que mejor hubieran sido tres?

Ya no tiene que imaginárselo. Lo puede ver todos los días en los medios. Sí, lo sé, Gaza, como campo de concentración es más grande que Auschwitz, y lo que llueve del cielo no es gas sino fuego y metralla. Tampoco son judíos los asesinados sino palestinos, pero el horror es el mismo. El genocidio en Gaza también es un holocausto.

(Preso politikoak aske)