Chascarrillos navideños

Hablábamos algunos en el comedor de la residencia San Jose Egoitza de “Azkoitia” de lo bueno que sería, como manda el protocolo, anticiparnos con nuestra propia carta al olentzero, a los regalos que en su nombre acostumbran la Diputación, Biharko o algún ayuntamiento próximo por estas fechas.

La verdad es que nos conmueve, y lo agradecemos, esa constancia con que el olentzero nos renueva la colonia Brummel anual y pone en nuestras manos esas tradicionales cremas “afther shave” para que nos mantengamos afeitados y fragantes, pero si algo quieren, de verdad, hacer por los residentes, aquí, lo que viene siendo urgente, insoportablemente urgente en esta residencia es: personal.

Personal de todo tipo. Lamentablemente, por si no lo sabían, no hay nada que pueda hacerse en beneficio de los residentes que no requiera personal; ninguna idea que contribuya a mejorar la calidad de vida de los residentes que no exija personal y, paradójicamente, personal es lo primero de lo que la empresa prescinde.

La falta de personal es palpable y provoca retrasos, abandonos, ruidos, olvidos, errores, accidentes… mal humor de fondo.

Por ello soñamos con que la residencia vuelva al seno del pueblo, física y emocionalmente, y quede clara la diferencia entre lo público y lo privado.

Una residencia de mayores gestionada por un municipio tiene como objetivo el bienestar de sus residentes. Parte del principio de que a más recursos humanos, mayor es también la calidad del servicio que se ofrece a los residentes. Su función, como institución pública, es velar por ellos.

Una residencia de mayores gestionada por una empresa tiene como objetivo el lucro de sus accionistas. Parte de la suma de que cuanto menos personal, mayores van a ser los márgenes para el negocio. Su función, como empresa privada, es velar por los beneficios.

Por eso las residencias no debieran ser un negocio. Por eso el Olentzero va a volver a pasar de largo.

(Preso politikoak aske)