I love USA

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La primera leche que bebí en mi vida, al margen de la que mi madre dispusiera, fue la leche en polvo americana obsequio del Plan Marshall.

La primera vez que pasaron los magos por mi casa me dejaron un Colt-45 plateado de cachas nacaradas que, si bien no disparaba, al menos hacía ruido.

El primer oficio que ambicioné fue ser sheriff de Tucson o corneta del 7º de caballería. Comencé a amar el cine viendo Bambi y el primer sueño erótico del que tengo memoria fue Marilyn Monroe. Supermán fue el primer comic que cayó en mis manos y Bonanza la cita más esperada en la televisión. Mi primera carcajada se la debo a Groucho Marx y sus hermanos. El primer muerto honorable que mis nueve años enterraron fue John F.Kennedy y mi primer desacato fue exigir los vaqueros que les veía a los demás niños, en lugar de mis pantalones cortos de «pata de gallo» regalo de una tía a la que nunca perdoné el agravio. Mi bebida preferida, una soda negra con burbujas; la exquisitez más deseada, una hamburguesa con patatas fritas; mi primer secreto, los cigarrillos que me fumaba en el baño.

Me hice adulto una noche en la que la razón y el derecho pesaron más en mi conciencia que la memoria de tantas emociones. Se me había enseñado a admirarlos… y no los aborrezco.

Lo que sí me repugna es esa indigna recua de gobiernos infames y asesinos; ese Estado delincuente que sigue oliendo a azufre, que transforma a los niños en psicópatas y a los emigrantes en amenazas; que desprecia todo aquello que no quepa en el inglés y cree que el tiempo es oro y el mundo un empañado espejo en el que verse; una fantasía de neón en la que no caben los negros, los latinos, las mujeres, los “ninguneados” que no tienen con qué pagarse el sueño americano; ese “norte revuelto y brutal” del que hablara Martí, que enarbola la violencia como conducta, la tortura como terapia, el crimen como oficio, la guerra como negocio y para el que siempre hay un Nobel de la Paz.

«Funcionarios de EE UU, heridos en Venezuela»

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Hay noticias  que, amparadas en grandes titulares, se asoman a los medios para desaparecer horas más tarde, sin necesidad de esperar al otro día. Son noticias que no tienen más sentido que sus fugaces titulares. El resto, la noticia, carece de importancia.

El pasado miércoles  29, uno de esos fugaces titulares irrumpió en algunos grandes medios. El periódico El País, por ejemplo, titulaba: “Funcionarios de EE UU, heridos en Venezuela”.

Eso era todo. La noticia era lo de menos. De hecho, la noticia era el titular. “Funcionarios de EE UU heridos en Venezuela”. Dos funcionarios habían resultado heridos de bala “en circunstancias aún no aclaradas” y que,  apuntaba  la BBC, “pudo ser una pelea”.

 ¿Quiénes son los heridos? Esto era al respecto lo que publicaban medios y agencias:

El vocero del Departamento de Estado, William Ostick, confirmó el martes a la AP que dos funcionarios de la sede diplomática resultaron heridos pero no dio más detalles sobre el incidente”.

“Desde Washington, un portavoz del departamento de Estado también confirmó el incidente y dijo que los heridos no son parte del personal diplomático, sino de otras agencias que tienen presencia en Venezuela”.

“Entre los lesionados está un agregado militar identificado como Roberto Ezequiel Rosas, confirmó The Associated Press con una portavoz de la policía caraqueña que se abstuvo de dar su nombre porque no está autorizada para hacer declaraciones”.

“La embajada indicó en su comunicado que las heridas sufridas por los dos hombres no parecen ser de gravedad, y que su personal está en contacto con ellos y con sus familiares”.

“Ni la policía ni la embajada suministraron las identidades o los cargos de los funcionarios afectados”.

Queda claro que los heridos son dos funcionarios diplomáticos que no son funcionarios diplomáticos y que una portavoz de la policía caraqueña que no está autorizada a informar, informa e identifica como agregado militar a uno de ellos que, según Washington, es “parte de otras agencias” que tampoco se confirman.

¿Dónde ocurrió? La agencia AP fue la primera en dejarlo claro: “los hechos ocurrieron en un centro comercial del este de la capital”. Un “centro comercial” que pasaría a convertirse un día más tarde en “un local de un centro comercial”. Para Globovisión en “un local nocturno”, que en El País se transformó en un “club nocturno” y del que, a fuerza de indagar acabé sabiendo que se trataba del Club Antonella 2012, ubicado en los sótanos de un centro comercial del municipio Chacao, un centro de «recreación de adultos» y en el que alrededor de la barra vertical, entre otras técnicas, jóvenes muchachas se ocupan de la animación social del club hasta muy altas horas de la madrugada.

 ¿Testigos? Nadie. No hay testigos. Tal parece que cuando se originó la supuesta pelea en el presunto club y supuestos funcionarios resultaron aparentemente heridos tras una hipotética pelea, no había nadie, ningún otro cliente que pudiera aportar algunas luces sobre tantas hipótesis. Ni siquiera alguna de las mujeres empleadas en el club. Hasta los camareros eran supuestos. Ningún testigo que pudiera aportar algún dato sobre lo ocurrido ha merecido el interés de los medios excepto para reseñar que los autores de los disparos huyeron inmediatamente.

Supongo que no hace falta una pócima mágica para disipar la bruma informativa y acabar entendiendo la noticia. Lo que pasó te lo dice la hora y te lo cuenta el lugar. Pócima va, pócima viene, y no precisamente mágicas, cualquier imbécil se transforma, mientras se consume la madrugada en el club nocturno, en unos grados más imbécil.

Eso fue lo que pasó. En cualquier buscador de Internet encuentras el más amplio surtido de noticias y titulares al respecto de hechos semejantes: “Masiva pelea en club nocturno de San Louis”, “Tiroteo en club nocturno de Moscú”, “Príncipe Cashiragi hospitalizado tras pelea en club nocturno”, “Cuatro policías involucrados en pelea en club nocturno en Washington”, “Sofía Vergara deja al descubierto un pecho en pelea en club nocturno”, “Lindsay Lohan protagoniza pelea en club nocturno”, “Tony Parker se ve envuelto en una pelea en un club nocturno de Nueva York”, “Chris Brown y Drake se lían a botellazos en club nocturno”, “Ex estrella de Disney pelea con su novio en club nocturno”, “Sangrienta pelea en club nocturno de Manhattan”, “Pelea en club nocturno de Orlando provoca pánico”, “Pelea de stripers en pleno club nocturno de Chicago”…

Eso fue lo que hubo, pero la noticia era el titular: “Funcionarios de EE UU heridos en Venezuela”. Como un club nocturno es un concepto muy vago, a la hora de redactar el titular optaron por uno más concreto: Venezuela.  Otra noticia fugaz que en su sombría estela pasa y nos vuelve a dejar  a Venezuela amenazando, agredediendo, “hiriendo” a los EE UU.