Espárragos de Navarra

Debe ser porque ya estamos en campaña y oigo voces ancestrales bailando en mi memoria que me siento obligado a compartir con ustedes este viejo soneto de mi autoría que, por razones que el poema les irá develando, titulé “Espárragos”.

Me consta que si bien como soneto es deplorable, y no lo niego, como desahogo, sin embargo, es sublime, todo un bálsamo para la memoria. Antes de proceder a su lectura en la que habrán de arrastrar convenientemente, para que suenen y se dejen sentir, las numerosas erres de las que el soneto dispone, les aconsejo ponerse de pie, con una mano en la cintura y otra que levante y sostenga una copa de vino, por supuesto navarro, y mantener el cuello erguido con las venas henchidas, en clásica posición jotera.

“¡Oh recia y sacra nobleza bizarra, de regia cuna que al cantar desgarra, la voz, el corazón y la guitarra, en el nombre de Dios y de Navarra! ¡A tu salud levanto yo mi jarra, presto siempre a la jota y a la farra, con un rosado fino que espatarra, de singular alcurnia y mejor parra; que quien pudo vencer la cimitarra del sarraceno con valor y garra, es digno de la gloria que abigarra y el honor que prodiga y despilfarra entre tantos modorros y caparras que han hecho de Nafarroa su Navarrrrrrrra!”.

(Euskal presoak/Euskal etxera)