Desde hace un año la octogenaria vecina no salía de su casa. La última vez que se asomara a la calle para colgar en el balcón una bolsa azul, bajó todas las persianas y, desde entonces, se sentó a esperar al otro lado de la puerta, armada de un enrollado diario vasco dominical, la irrupción en Azkoitia de las gigantescas ratas que atraería la basura de los txintxilikarios. Más que ratas o moscas temía, sobre todo, la plaga de cucarachas voladoras que había visto en los impresos de la Plataforma contra el PaP y que podrían infiltrarse por el extractor de humo. A ello se debió que clausurara su propia cocina y, tras hacerse pasar por magrebí, recibiera el sabroso y diario menú que el ayuntamiento repartía a domicilio entre los emigrantes, pero ni siquiera cuando llegaba el camarero municipal cargado de viandas y vinos le abría la puerta en la sospecha de que se tratara de una inspección notarial de su basura y porque, además, temía que los lixiviados de los txintxilikarios acabaran anegando su domicilio.
Casi un año ha estado recluida esta vecina de Azkoitia hasta que, a través del teléfono y de la televisión, confirmó que tampoco la mezquita era ya un problema y, finalmente, ha salido de su casa. Maroto ha ganado las elecciones.
(Euskal presoak- Euskal etxera)