Los telemaratones

Los telemaratones siempre me han provocado sentimientos contradictorios y avivado tristes recuerdos. Cada vez que, a través de algún medio, asisto a una colecta pública para que la solidaridad de la gente compense la desidia del Estado en asuntos tan básicos como la salud o la educación, me admira constatar que haya gente generosa y dispuesta a aportar lo que pueda en respaldo de una hermosa causa, pero también vienen a mi memoria aquellos programas de radio de mi infancia como “¡Ustedes son formidables!” con Dvorak y su Sinfonía del Nuevo Mundo como contrapunto dramático al llamado a ejercer la caridad cristiana. Han pasado los años, otros son los argumentos, pero se sigue dependiendo de la generosidad pública para investigaciones, servicios, causas de primer orden a las que el Estado se niega a dar respuesta.

Temo que los próximos telemaratones sean para adquirir camillas o pupitres o pagar la factura de la luz, pero quiero soñar que llegará un día en que, si aún hay telemaratones porque el Estado no responda a sus obligaciones, sea la solidaridad de la gente, no sus impuestos, la que se encargue de renovar la fuerza aérea, de comprar más tanques y armas, de rescatar a los bancos, de mantener al monarca y su familia,..

(euskal presoak-euskal herrira)