Txetxu Urteaga
Koldo Campos Sagaseta
La cárcel mata, el exilio mata… pero, sobre todo, mata la indolencia de un Estado en manos de canallas e incapaz de respetar sus propias leyes, que en vez de la justicia practica la venganza y que ni siquiera en las presentes circunstancias, en las que un virus letal aún hace más hermética y perversa la cárcel o el exilio, es capaz de mostrar un atisbo de cordura o de humanismo y hasta se jacta de seguir exhibiendo su crueldad en el trato a la población reclusa y a sus familiares, especialmente con los presos políticos vascos y catalanes.
Txetxu Urteaga, azkoitiarra refugiado en Venezuela desde hacía 36 años, ha sido la última víctima de ese Estado miserable.
(Euskal preso eta iheslariak etxera)