Hay días para todo

La vida viene a ser un fogonazo de osadía mejor o peor pensada que te lleva y te trae por la calle. Doblando esquinas te encuentras con los otros, esos que también son tu memoria, la historia de una vida compartida. Y sales de tu refugio, te cruzas con ellos, dejas atrás miedos y suspicacias, los nombras, los abrazas, te quitas el sombrero, desmontas los prejuicios, te sientas a desandar el tiempo como si fuera suyo, como si fuera nuestro, descorchas un saludo, compartes una mesa, remiendas las distancias, te pierdes, te descubres pero, sobre todo, celebras los encuentros.

A racionales dosis de locura, andas en tránsito por nubes y tejados aprendiendo a exorcizar iglesias, a desmontar engaños y a disolver absurdos, así que apagas todo lo que no sea música y vuelves a la calle llevando de la mano a ese niño que sabe que no mientes.

La vida es un fulgor alegre y atrevido, un sensual aldabonazo que solemos oír muy tarde, cuando ya ningún día nos es indiferente, y hay días para cerrar los ojos y que la tarde desenrede nostalgias y desnudos hasta llorar la noche a sorbos y en silencio, como hay días para nacer, para abrazarse al mundo y dejar, al cabo de la noche, una sonata de amor en la ventana y una sonrisa colgada del espejo.

(Preso politikoak aske)

Hay que renovar el repertorio

Decía Shakespeare que “la felicidad de una agudeza está en la oreja del que la escucha, no en la lengua del que la dice” y me vino a la memoria la cita del inglés oyendo a Andoni Ortuzar pedir a sus votantes no dejarse engañar por “los del palestino, el forro polar y el flequillo cortado a motosierra que por dentro son los mismos. Son los de la mani… aunque se vistan de Armani”.

También se atribuye a Shakespeare el consejo de que “si vas a volver a decir las viejas chorradas de siempre en público, al menos búscate un auditorio amigo en el Aberri Eguna que esté a tu altura y te las celebre”. No sé si Ortuzar conoce la primera cita pero sí practica la segunda.

Este es el nivel, Ortuzar, presidente del PNV, el nivelador, el genuino, el verdadero, el poeta… ¡el auténtico!

Lástima que el mundo del espectáculo se esté perdiendo un extraordinario showman que a su carisma natural para la gracia añade el ser gracioso y, además, el caer en gracia, y no voy a decir dónde porque no hay más que verlo y oírlo.

El Club de la Comedia se le quedó chiquito y Ortuzar se decidió por la política. ¡Con lo bien que le haría al programa Akelarre contar con su talento!

Ortuzar tampoco debería dejarse engañar, pero sí renovar su repertorio.

(Preso politikoak aske)

De allá venimos

En aquellos tiempos, Franco celebraba sus 25 años de paz, De Gaulle era reelegido presidente en Francia, y dos aviones militares de los Estados Unidos colisionaban junto a la costa levantina cayendo cuatro bombas atómicas, tres en Palomares y una en Almería sin que explotaran.

Yo tenía 12 años y cuando la televisión, única pantalla que había entonces en las casas, ponía fin por las noches al trajín informativo de su único canal, terminada la cena, mi madre y sus hijos nos acomodábamos a su alrededor dispuestos a seguir con atención la película de la noche.

Solía transcurrir sin sobresaltos. Todos pendientes de los tiros, de los puñetazos, del final… hasta que ocurría, es un ejemplo, que Clark Gable besaba a Carole Lombard en la boca, sí, en la boca, porque ahí mismo todos empezábamos a sentirnos incómodos y a algunos les daba por levantarse sin esperar a los anuncios. Por breve y casto que fuera el beso, desde que irrumpía en la pantalla, a una hermana le urgía ir al baño, otro hermano retomaba el periódico que ya había leído dos veces, y otro más recordaba que tenía que bajar al perro a la calle. Mi madre, desde la cocina, preparaba una manzanilla y nos recordaba a mi hermana menor y a mi que ya iba siendo hora de irse a la cama.

(Preso politikoak aske)

Una buena y otra mala

Primeras horas de la mañana. Un autobús de La Guipuzcoana sale de Ermua con destino a Elgoibar. Entre Azpeitia y Azkoitia el autobús se llena, sobre todo, de jóvenes que estudian en Elgoibar. Son doce kilómetros por carretera y, todos los días, son unos cuantos los que deben viajar de pie o sentados en las escaleras del autobús. Horas más tarde volverán en parecidas condiciones, cargando mochilas, libros, instrumentos de música y agarrándose, como puedan, a las barras de sujeción.

La buena noticia es que la información de que un joven estudiante había resultado muerto y algunos más heridos luego de que el chófer del autobús frenara bruscamente por causas que se desconocen al entrar en la cuesta que lleva a Elgoibar provocando que varios estudiantes salieran despedidos y que uno de ellos falleciera al golpearse la cabeza, corresponde realmente a un cortometraje que un grupo de estudiantes realiza en demanda de que se agregue otro autobús más a esas horas y rutas.

La mala noticia es que ni La Guipuzcoana, ni Lurraldebus, ni los ayuntamientos implicados están haciendo nada para evitar que un maldito día está ficción se convierta en la crónica luctuosa de un imprevisto accidente. Entonces será tarde para lamentarlo.

(Preso politikoak aske)

No se confundan

Suele pasar que, a veces, no terminan de quedar claras las diferencias entre lo que son las residencias de mayores y lo que siempre han sido comunes almacenes. Por si ayuda a encontrar esas diferencias, que «haberlas hailas», aquí va una breve muestra:

Un almacén es un local o edificio diseñado para guardar materiales o mercancías mientras que una residencia es un local o edificio habilitado para guardar usuarios mayores.

Los almacenes están estructurados para la conservación y control de mercancías y productos, en tanto las residencias están estructuradas para la conservación y control de los usuarios mayores.

En los almacenes, la recepción de mercancías es un proceso que consiste en dar entrada a las mercancías que envían los proveedores. En las residencias, la recepción de usuarios mayores es un proceso que consiste en dar entrada a los usuarios que envían las familias.

En los almacenes se colocan las mercancías en las zonas idóneas para que estén fácilmente localizables, y en las residencias se coloca a los usuarios mayores en las zonas idóneas para que estén fácilmente localizables.

En los almacenes las mercancías no son perecederas. En las residencias sí lo son… los usuarios.

Los almacenes casi no precisan personal. Las residencias tampoco.

(Preso politikoak aske)