Ahí les va Inna Afinogenova, joven periodista rusa que escribe y conduce el segmento con que titulo esta columna y que, de un tiempo a esta parte, se ha convertido en uno de esos pocos espacios que aparecen en los medios y redes a los que debo la constancia de que sigue habiendo vida inteligente. Y en el caso de la periodista rusa la inteligencia se da con rango de excelencia tanto como guionista como conductora. En unos cuantos minutos, sentada en un sofá frente a la cámara, de manera sencilla, amena, con una naturalidad que se agradece, nos enseña a mirar las noticias que no vemos y a ver las que miramos, nos lleva de la mano a algo que se llama pensamiento para que no se nos oxide la criticidad y, además, lo hace con un maravilloso sentido del humor, entre irónico y socarrón, que igual se hace presente en el rigor analítico del texto, como se expresa en la lectura y puesta en escena de los minutos que dure el segmento.
En estos días, la revista Semana publicaba una “nota de embajada” relacionando a la periodista rusa con un plan ruso de “interferir” en Colombia. La respuesta de Inna me encantó: “Si pudiera “interferir” pedagógicamente en la persona que le dio clases de periodismo a quien escribió esa ¿noticia? ¿columna de opinión? ¿editorial?… en fin, lo que quiera que sea ese engendro, sí que lo haría”.
(Preso politikoak aske)