«No podemos hacer como si no pasara nada»

El mundo del deporte se manifiesta de esta manera ante la guerra en Ucrania. En consecuencia, se suspenden partidos de fútbol y otras competencias deportivas, se adoptan medidas contra equipos rusos, se expulsa a deportistas de ese país… Y es que “no podemos hacer como si no pasara nada” pero no es verdad porque sí se puede, sí se puede mirar para otro lado. ¿Quién dice que no? ¡Claro que se puede hacer como que aquí no pasa nada! De hecho, hace años que el mundo del deporte lo viene haciendo cuando consiente que el estado de Israel participe en las competencias deportivas europeas como si fuera un estado europeo más y hasta prohibiendo, incluso, que el público pueda manifestar su repudio a un régimen que sigue ocupando Palestina, asesinando gente, robando sus recursos, levantando muros y a pesar de decenas de resoluciones de condena de Naciones Unidas. Y no pasa nada. El Hapoel y los Macabeos van y vienen por Europa sin que haya muestras de rubor, sonrojos o mayores escrúpulos y declaraciones.

Cuando los rusos se retiren de Ucrania y esta larvada guerra que ahora nos han enseñado a mirar termine, Israel seguirá bombardeando Gaza y Siria; Francia y Reino Unido, junto a Arabía Saudita seguirán bombardeando Yemen, y nos apresuraremos a celebrar un mundial de fútbol en un vergonzoso escaparate de oriente medio en cuya construcción han muerto miles de trabajadores y en el que las mujeres siguen siendo nadie.

(Preso politikoak aske)

El «momentico» del día

Es una suerte de mágico rito o brindis al sol con el que cuatro residentes de San Jose Egoitza de Azkoitia terminamos comidas y cenas y que tuvo su origen en la costumbre de Manolo de recoger la mesa, incluyendo el mantel que doblaba primero y enrollaba después, hasta convertirlo en un inflado rollo de papel. Entonces, Manolo levantaba el puño y, solemne, en un solo y certero golpe dejaba el mantel al nivel de una hamburguesa. No tardamos Nicolás, Celestino y yo en sumarnos a la feliz iniciativa. Manolo jalaba el mantel para liberar al otro lado un espacio en el que los demás ordenáramos la poca vajilla que quedara por recoger, algo de pan, la jarra de agua, los envases de los yogures, y Manolo iniciaba entonces el doblado y enrollado del mantel. Cuando levantaba el puño, otras tres manos lo acompañaban atentas a coincidir en el golpe. Faltaba la proclama. “¡Leña al mono!” cosecha de Nicolás que, también a cuatro voces, acompaña desde entonces el golpe y, a veces, hasta al mismo tiempo.

La pandemia nos separó y lo que era una mesa pasó a convertirse en dos y a dos metros de distancia, pero Manolo en una y Nicolás en la otra se siguen ocupando del enrollado del mantel con la colaboración de los demás, atentos a que nadie se adelante y a quién lo enrolla antes y mejor. El “momentico” del día. ¡Leña al mono!

(Preso politikoak aske)