«Soy mayor, no idiota»

Carlos San Juan, el jubilado valenciano que harto de sentirse ninguneado por los bancos y bajo el lema que titula la columna, se dedicó a recabar firmas en respaldo de que la atención que prestan los bancos a las personas mayores fuera “más humana”, sumó en solo dos meses más de seiscientas mil rúbricas a sus inquietudes, además de convertir en noticia su indignación que es también la nuestra.

Se hizo tan popular el bueno de Carlos San Juan que fue recibido en el Ministerio de Economía, atendido por el gobernador del Banco de España y hasta compartió con la vicepresidenta primera del gobierno.

Tantas como firmas, la campaña también ha conseguido palabras, muchas palabras y buenas intenciones de bancos y gobierno: “…nadie va a quedar atrás …vamos a reordenar nuestras prioridades …tenemos el firme compromiso …es una prioridad que se mejore la atención de los mayores …vamos a garantizar medidas favorables que no excluyan a nadie …las nuevas medidas podrían hacerse públicas muy pronto …estamos predispuestos a adoptar soluciones … y vamos a actualizar los protocolos para el fomento de la inclusión financiera…”

Creo que va siendo imprescindible una nueva campaña con otro lema. Tal vez “somos idiotas, pero no tanto”.

(Preso politikoak aske)

La virtud de la fe

No creer que la vida sea el resultado de un divino designio cuyo espíritu gestiona la iglesia, la que a usted le cuadre, sigue teniendo más inconvenientes que ventajas, porque debe ser reconfortante la vida teniendo asegurado el paraíso, ahora que ya ni para infierno da el relato. Esa confianza que te da el “amigo imaginario” del que ninguna psiquiatría se ocupa, no la tiene quien piensa que con la muerte se cierra el ciclo de la vida y que, cuando el polvo vuelva al polvo, el único cielo posible será la memoria que se deje.

A un creyente no le asaltan las dudas, ni le faltan o sobran reparos, porque tiene algo de lo que carece el ateo: la fe. Por más inverosímil que parezca el milagro la fe lo hace creíble; por más incongruencias que encuentres en la historia, la fe las explica todas; por más absurdo que te parezca Dios, la fe lo glorifica.

La verdad es que, intelectualmente, la fe proporciona una vida mucho más plácida que la atea y, además, los creyentes siempre tienen a Dios de su parte. ¡Con lo fácil que hubiera sido para los descreídos que, casi siempre, fuimos antes monaguillos, cerrar los ojos y vocear la fe! Lástima que fe y pensamiento no puedan llevarse bien. Hay que darle uso a la cabeza y seguir descombrando miedos.

(Preso politikoak aske)