Hablo de una de esas muletillas en las que nos apoyamos cuando hablamos y que, personalmente, es la que más detesto ¿vale? porque a fuerza de repetirla, de apelar constantemente a ella, termina por volverse insoportable ¿vale? y la puedes oír en boca de cualquiera, entre vendedores, por ejemplo, que apelan a su mejor discurso en la necesidad de convencerte de las ventajas de su seguro de vida o de las nuevas ofertas de su compañía eléctrica ¿vale?
También es habitual en medios como la televisión en que presentadores y contertulios se muestran incapaces de terminar una frase sin recurrir al cansino ¿vale? o, incluso, se la puedes escuchar a oradores y conferenciantes, lo que todavía convierte esa muletilla en más odiosa y menos disculpable ¿vale? porque o bien no se oyen cuando hablan o, lo que es peor, consideran su uso un acertado recurso para contribuir a una conversación más cercana y coloquial ¿vale?
Hasta quienes se ocupan de doblar películas al castellano nos obligan a tener que oír a Brad Pitt gritándole a Angelina Joly: “Tranquila Susan, ya voy a salvarte ¿vale?” y que Susan le responda: “Vale Johny, pero no tardes ¿vale?”
Y no, ¿vale? no vale, ni como respuesta, ni como pregunta, ni como pausa, ni como orden, ni como amenaza ¿vale?
(Euskal presoak-euskal herrira)