Eufemismos

Con el cambio de siglo la conocida como Escuela de las Américas también cambió de nombre y pasó a llamarse Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad. Lo que no cambió fue su función: adiestrar a militares latinoamericanos en la guerra contra sus propios pueblos. Luis Caldera, secretario del Ejército de los EEUU, lamentó entonces que “entre tantos graduados por la causa de la democracia se colara algún granuja”. O lo que es lo mismo si me atengo al diccionario de sinónimos, que los golpistas argentinos Viola y Galtieri fueron unos pilluelos; que Manuel Contreras, jefe de la tortura en Chile o el general Wessin y Wessin, golpista dominicano, fueron unos pícaros; que el dictador boliviano Hugo Banzer o el guatemalteco Ríos Montt fueron unos malandrines; y que los agentes de la CIA, Luis Posada Carriles (terrorista gusano) o Heriberto Lazcano (jefe del cartel mexicano de Los Zetas) todos alumnos de la Escuela de las Américas, fueron unos bribones.

En el Estado español, que también dispone de un amplio surtido de eufemismos, son declarados abusos policiales los asesinatos, secuestros y torturas del Estado. O lo que es lo mismo si me atengo al diccionario de sinónimos, que Rodríguez Galindo se extralimitó; que lo de Elgorriaga y Sancristóbal fue una tropelía; que se propasaron Vera y Barrionuevo; que lo de Garzón fue una grosería y el enigma sin resolver en el abecedario español solo fue una gamberrada de Felipe Gonzálex.

(Preso politikoak aske)