La directora de la residencia (San Jose Egoitza-Azkoitia) se acercó a las dos últimas mesas del comedor que aún no habían oído la noticia y nos la hizo saber a Celestino, a Manolo, a Nicolás y a mi: “Quiero informaros que ya vamos a volver a la normalidad, a como todo era antes de la pandemia…” y casi sin darle tiempo a repetirlo, Celestino que pregunta: “¿Entonces ya podemos quitarnos la mascarilla?”
Con el pie cambiado le cogió la pregunta a la directora pero, en lo que trataba de retomar el paso y la proclama, la voz del chófer de una ambulancia reclamando su atención la sacó del apuro. El chófer había llegado a la residencia y, al no encontrar a nadie en la puerta (13:25) tampoco en el pasillo, entró en el comedor y supuso que la señora de la bata blanca podría hacerse cargo de la residente que, en camilla, había traído del hospital. La normalidad a la que se vuelve es una normalidad muy anormal o, si se quiere, muy discapacitada. Sigue sin tener personal.
(Preso politikoak aske)