Clichés a todas horas

– “¡Vamos, cómete la sopa y piensa en los pobres de África donde la gente se muere de hambre!” Lo escuché decir a una auxiliar en el comedor de la residencia de mayores tratando de convencer a un colega de lo afortunados que somos por poder comer. Muchísimos años antes, con las mismas palabras y el mismo fin, también se lo había escuchado decir a mi madre. Hoy sé que si no fuera por los pobres de África no comeríamos sopa. Ellos son nuestro más antiguo estímulo para comer.

El otro aspecto del recurrente ejemplo que tampoco me convence de este cliché es lo impersonal que se vuelve el lenguaje cuando interesa no entrar en detalles, porque la gente no se muere de hambre. Se la mata de hambre. De hambre no se muere. De hambre se mata porque el hambre no es una enfermedad, no es un virus, no es una infección, sino el resultado de un modelo de sociedadinhumano en su diseño y criminal en su aplicación.Según Naciones Unidas todos los días mueren en el mundo alrededor de 25 mil personas, la mayoría menores,por causas relacionadas con la desnutrición. El hambre no es una enfermedad a la espera de una vacuna sino las consecuencias de un orden social tan injusto como letal.

El segundo cliché del día se lo escuché decir a la presentadora de un informativo de la EITB al hablar de “países en vías de desarrollo”, esos pobres países que tienen la mala suerte de sufrir hambrunas y calamidades porque todavía no han llegado a la estación del desarrollo. Siguen en las vías, algunos admirando el progreso de los países de quienes fueran colonias; otros varados en las vías desde que recuperaron su independencia de manos de potencias europeas a las que, además, tuvieron que indemnizar durante siglos por haberles hecho el favor de invadirlos y saquearlos.

Decía Eduardo Galeano que el subdesarrollo no es una etapa del desarrollo sino su consecuencia y que cuando responde a un orden injusto el desarrollo solo desarrolla la desigualdad.

(Preso politikoak aske)