Entre tantas dudas como en los grandes medios se ponen de manifiesto con respecto a Catalunya y tras oír cientos de conjeturas, presunciones, cábalas y demás augurios, hay dos certezas que no debiéramos perder de vista.
La primera es que Catalunya acabará siendo una república independiente porque así se declare y porque así se construya. Y lo es ya, o lo será mañana o el día en que la cordura y el derecho lo determinen, pero Catalunya será independiente y republicana. Además del registro de la fecha, (una anécdota en la historia de un país) lo único que queda por resolver es si la futura relación de esa República de Catalunya con sus vecinos será cordial, tal vez llevadera, o será penosa.
La segunda certeza que no conviene olvidar es que el Estado español está gobernado por una organizada camarilla de delincuentes que amparándose en la misma Constitución que incumple y en los tribunales que controla, ha convertido la Justicia en un escarnio y el Estado en una cárcel, con el aval de la banca, de la Iglesia y del monarca.
Lamentablemente, entre la España que sale a los caminos a jalear a los Tercios de Flandes rumbo a Catalunya y la España que sigue en las cunetas demandando memoria, hay un metro de tierra y ochenta años de impunidad.
(euskal presoak-euskal herrira)