En Texas también reescriben la historia

Mucho más cómodo y práctico que hacer la historia es escribirla. Especialmente cuando la historia hecha resulta muy poco edificante y, lejos de absolverlos, condena a sus autores.

Reescribirla permite acomodar las comas y los puntos, omitir esos cuantos pasajes inmorales, agregar alguna que otra oportuna  falacia…es otra forma de rehacer la historia, que ya el tiempo y los canallas se encargarán de homologarla.

Así lo piensa y así lo ha decidido el Consejo Educativo de Texas que se encarga de trazar las pautas por las que deben regirse los libros de texto en ese estado.

A partir de ahora, los cinco millones de alumnos con que cuenta Texas aprenderán, por ejemplo, que el conflicto en Oriente Medio se debe al tradicional rechazo árabe al estado de Israel, y que nada es más urgente que alertar a los estudiantes sobre las tantas y perversas maneras en que organismos internacionales, la ONU es una de ellas, buscan socavar la soberanía estadounidense.

La nueva historia transforma el imperialismo estadounidense en “expansionismo”, quedando reservada la palabra imperialismo a aquellos casos en los que un país, que no sea Estados Unidos, ocupe económica y militarmente a otro. También convierte, es otro ejemplo de la historia que se avecina, a Joseph McCarthy, aquel inquisidor con asiento en el senado que dirigiera a mediados del pasado siglo la “caza de brujas”, en un ejemplar ciudadano, entre tanto incompetente, que logró frenar la infiltración de agentes comunistas en el propio gobierno estadounidense. Charles Chaplin fue uno de ellos.

Por nueve votos contra cinco en el Consejo, los libros de texto en Texas no hablarán de Ted Kennedy, político incierto y veleidoso, nada confiable, pero sí podrán esmerarse en elogios y reconocimientos a presidentes como Ronald Reagan, al que sólo es cuestión de tiempo le hagan sitio en el Monte Rushmore, junto a Washington, Lincoln, Roosevelt y Jefferson.

Una miembro del Consejo, Cynthia Dunbar, aportó el sesgo que deberán observar los nuevos libros de texto, porque nadie en Estados Unidos “tierra cristiana gobernada por principios cristianos puede leer la historia sin darse cuenta de que el Libro Santo y el espíritu del Salvador han sido sus genios directivos desde el principio”.

“Hemos corregido el desequilibrio del pasado y ahora tenemos un currículo que va directo al medio”, apuntó Don McLeroy, otro miembro del Consejo,

Y poco les faltó para hacer diana. Una propuesta que no salió adelante fue la de mencionar siempre al presidente Barack Obama como Barack Husein, ejercicio que no tiene antecedentes entre pasados presidentes. Y tampoco tuvo éxito, de momento, la idea de eliminar cualquier referencia sobre “tráfico de esclavos” y usar en su lugar la expresión “comercio triangular del Atlántico” que, como eufemismo, gana cualquier concurso.

Queda como consuelo el lamento de la demócrata Mavis Knight,  que se dijo “avergonzada de lo que le hemos hecho a los estudiantes y profesores de este estado”, y la certeza de saber que no importa cuántas viejas páginas desgajen de la historia y cuantas nuevas patrañas le incorporen… la memoria vive y habla.

Las causas de la violencia

 

Es verdad que una de las causas que explican la violencia en el mundo es la miseria, la extrema pobreza en que viven y mueren, para gloria y negocio del mercado, dos terceras partes de los seres humanos.

Y de la mano con ella, hijas del mismo padre, otra razón que llama a la violencia es la injusticia, los innumerables conflictos pendientes de solución, archivados, remitidos a un tiempo que siempre será tiempo, conflictos que se van envenenando conforme pasan los años y el silencio, y que terminan  engendrando más y más violencia.

También es cierto que el fanatismo religioso, con independencia del Dios que sirva de coartada, difunde la violencia aún con más perseverancia que sus dogmas.

Pero sin negar la validez de todas estas causas y algunas más que omito, el más infalible conductor de violencia es el asco, la cólera que en el ánimo del más indiferente observador provoca el constante ejercicio de cinismo, la hipocresía conjugada en todos sus tiempos. Si hay algo que  enerva y desespera y lleva a perder el juicio al más comedido de los mortales es la desfachatez con que los inmorales pretenden revestirse de virtud; es el global festejo de la desvergüenza, la enfermiza ambición  exhibida y honrada como misericordia; es el relato de la vileza más perversa subastada como única bondad; es la impunidad con que la delincuencia homologada se expresa y celebra su legal amparo; es esa náusea que queda en el duodeno, como llaga sangrante, de quienes ni siquiera tienen derecho a la memoria.

De una historia de amor

El nunca le llevó flores.

Temía que las hojas le advirtieran

las somnolientas páginas de un beso

que no ha sobrevivido al horizonte

y alguna que otra ausencia.

Ella nunca habló de ausencias

por miedo a que las horas removieran

las somnolientas páginas de un beso

que no ha sobrevivido al horizonte

y algunas que otras flores.

 

Zapatero también recorta los artículos

“Y vamos  pedir un esfuerzo de austeridad, un mayor esfuerzo a todos… un esfuerzo nacional, colectivo y también equitativo y justificado”.

“Porque los menos favorecidos, los mismos que nada han tenido que ver con el origen, el desarrollo y las fases de la crisis, son, por el contrario, los que han sufrido sus consecuencias y son, ahora, los que mayoritariamente deben contribuir a los esfuerzos necesarios para corregir los efectos de la crisis”.

“Es una tarea en la que todos deberíamos implicarnos. Nos lo exige el bienestar de toda la sociedad. A todos, a todos les pido colaboración. Es un proyecto nacional que a todos nos concierne. La situación es difícil y sería insensato ocultarlo. Pero puedo asegurarles a todos que el Gobierno no desfallecerá y está seguro, estamos convencidos, de que lograremos salir adelante”.

Y a tenor de lo expuesto por el presidente Zapatero, tan cuidadoso siempre de que su lenguaje no olvide a la mujer, me pregunto:

¿Y a “todas” no? ¿Y a “las” no? ¿Será que el mimo con que el gobierno ha cuidado el lenguaje para no discriminar el género femenino queda, también, como los impuestos a las rentas más altas… “para el momento oportuno” o es que la crisis es cosa de hombres?”

«Se acabaron las bromas»

 

Y es que hasta a la capacidad de bromear han llegado los recortes del gobierno español. A nadie debe extrañar. Al fin y al cabo estamos frente a un gobierno “plenamente sensible”, que ha reaccionado “adaptando sus decisiones a la naturaleza del problema que planteaba cada una de las fases de la crisis”.

“Se requiere un “esfuerzo especial”, aseguró el presidente porque debemos “actuar con mayor energía y rapidez” ya que “hay que seguir por este camino, que es complejo pero es ineludible”.

Por eso es que, ahora que se han acabado las bromas, siguió manifestando el presidente, es preciso un “esfuerzo de austeridad y vamos a pedir un mayor esfuerzo a todos… un esfuerzo nacional, colectivo y también equitativo y justificado”.

Y es que se trata, siguió hablando el presidente cuando las bromas ya no tienen sentido, de “medidas imprescindibles que procuren ser lo más equitativas posibles”.

Bromas al margen, el presidente se mostró consciente de que “muchos ciudadanos no entenderán que cuando ya se ha iniciado la recuperación de nuestra economía, les pida un esfuerzo más, les solicite más compromiso, les anuncie sacrificios”.

Y tampoco quiso bromear el presidente cuando al referirse a los “menos favorecidos”, señaló que son “los mismos que nada han tenido que ver con el origen, el desarrollo y las fases de la crisis. Son, por el contrario, los que han sufrido sus consecuencias. Y son, ahora, los que mayoritariamente deben contribuir a los esfuerzos necesarios para corregir los efectos de la crisis”.

De ahí que, ahora que ya no es tiempo de bromear, el presidente afirmara que “es una tarea en la que todos deberíamos implicarnos. Nos lo exige el bienestar de toda la sociedad. A todos, a todos les pido colaboración. Es un proyecto nacional que a todos nos concierne.

La situación es difícil y sería insensato ocultarlo. Pero puedo asegurarles a todos que el Gobierno no desfallecerá y está seguro, estamos convencidos, de que lograremos salir adelante”.

Así de contundente se mostró el presidente del gobierno español poco después de expresar su última broma: “entre todos podemos”, y poco antes de declarar la siguiente: “se adoptarán medidas fiscales para subir los impuestos a las rentas más altas… en el momento oportuno”.