Hubo presidentes que, a su paso por la llamada silla de alfileres, dejaron lucrativos negocios en manos de allegados y parientes.
También los hubo que dejaron bancarrotas, deudas acumuladas, gastos contables e incontables, contratos fraudulentos, erarios distraídos, solares yermos…
Y hubo quien, a su paso, por no dejar no dejó ni aspavientos. Viudas en todo caso, muchas viudas y huérfanos, hijos bastardos y páginas en blanco.