Lo admito, sí, es verdad, vivo en la Luna, aunque no he terminado de mudarme. Me falta recoger una sonrisa que haga más dulces las noches en menguante y una lágrima grave que compense la desmedida holganza del creciente, para contar estrellas a tu lado en una luna llena compartida, de sonrisas, de lágrimas, de vida…como gatos arriba de un tejado.