Ignoro a quién esperan,
confundidos las sobras y los restos
al asfixiante sol del mediodía,
pero frente a los templos de Santo Domingo,
secos los ramos y las palmas
y consumido el incienso,
sólo los pordioseros
y unos cuantos guardaespaldas.
Ignoro a quién esperan,
confundidos las sobras y los restos
al asfixiante sol del mediodía,
pero frente a los templos de Santo Domingo,
secos los ramos y las palmas
y consumido el incienso,
sólo los pordioseros
y unos cuantos guardaespaldas.