Tal día como hoy, en el año 1737, se levantó,
sorbió su negro café de pie, se apretó la correa,
bostezó la cotidiana amanecida
y durante doce horas picó caña del ingenio.
Llovió, como todas las tardes,
el más pequeño se despertó con fiebre,
subió el arroz de precio y el cura